La labor catequetica creo que es una de las acciones que pueden ser mas gartificantes para los pastores cuando vemos los frutos conseguidos, por pequeños que puedan ser. Sin embargo, a veces esos frutos tardan en llegar, o no son tan evidentes como quisieramos. Gastamos mucho tiempo y energias en esta labor. En mi opinión, a veces los sacerdotes sentimos la labor de la catequesis como una pesada carga y obligación, y terminanos postergándola a ser –como escuche no hace mucho a un catequeta- el “patito feo” de la pastoral.
Para entender mejor lo que es la catequesis, su naturaleza, sus fines y tareas, es necesario primero enmarcarla dentro del proceso mas amplio de la Evangelización. Un proceso global donde sus distintos elementos y momentos están entrelazados, de tal forma que interactúan entre si. La Evangelización es una realidad rica, compleja y dinámica(CT 18 y 20 ), cuyas acciones (acción misionera, catequetica y pastoral) no son siempre fácilmente delimitables. Y a veces incluso se mezclan indebidamente, poniendo a la catequesis al servicio de –por ejemplo-la pastoral juvenil,o de otros fines, cuando por su propia finalidad la catequesis se orienta fundamentalmente a la Iniciacion cristiana. La catequesis es de una importancia vital para la vida de la Iglesia Pero metodológicamente es importante saber distinguir qué es Iniciacion cristiana -con un principio y un final- y qué no lo es. Saber cual es la acción catequetica como tal, y cuales las acciones misioneras o pastorales.
La catequesis cumple un papel fundamentador tanto desde el punto de vista personal del cristiano como desde el punto de vista comunitario. La catequesis construye, con la ayuda del Espíritu, tanto la vida del cristiano como la vida de la iglesia. Y es la Iglesia la que hace la catequesis. En nuestro caso, la Iglesia castrense, como cualquier otra Diócesis, cumple con su función maternal y sacramental de hacer cristianos. Y aunque el católico debe tener una visión y apertura universales, está claro que Dios nos invita a trabajar en este ámbito concreto asumiendo las peculiaridades del mundo militar, y por lo tanto, adaptándonos a las mismas, bajo la dirección del Obispo. El Concilio Vaticano II nos recuerda:
Los obispos han sido constituidos por el Espíritu Santo, que les ha sido dado, como verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores (Decreto Christus Dominus, 1).
Y también:
Vigilen los obispos para que se dé con diligente cuidado la instrucción catequética, cuyo fin es que la fe, ilustrada por la doctrina, se torne viva, explícita y activa (Decreto Christus Dominus, 14).
Teniendo el Obispo este grave deber, los catequistas deben plantearse hasta que punto ejercen este ministerio en comunión con él. La acción catequética debe seguir siempre los parámetros que el pastor diocesano -como primer catequista- sugiere. Ningún catequista de la Iglesia castrense debe tenerse por sujeto legítimo de la catequesis si no confronta su labor con la enseñanza y doctrina del Obispo, esto es decir, de la Iglesia. De forma correlativa, tampoco sería buen catequista quien no se deja guiar por su párroco en la labor catequética. Sería una carrera en vano, como expresa san Pablo (Galatas 2,2).
Así pues, nos podemos preguntar: ¿Que catequesis se precisa en la Iglesia Castrense ? ¿De donde manan sus fuentes? ¿Cuales son los catequistas que necesitamos?. Para estas preguntas que me parecen de importancia, encontramos las respuestas en los postulados de la Nueva Evangelización.
Sobre la primera cuestión, el Directorio General para la Catequesis pone dos condiciones a cualquier forma de catequesis: La primera que su modelo sea el Catecumenado. Y luego, que la catequesis de adultos sea considerada la forma principal de catequesis (DGC 67). La catequesis esta fundamentalmente al servicio de la Iniciación cristiana, aunque todos los aspectos de la vida de la Iglesia tienen una dimensión de educación en la fe.
Dicho esto, señalar como San Juan Pablo II hacía referencia a la catequesis como un instrumento privilegiado para la Nueva Evangelización en los ejércitos y cuerpos de seguridad del estado:
Teniendo a Dios como origen y meta, una Nueva Evangelización en el ambito castrense supone privilegiar la formación del militar, siendo acompañado junto a su familia por la comunidad (AG 15) durante el camino de la Iniciación, en su maduración y vocación, en su vida de testimonio y participación como Pueblo de Dios (III Congreso de Ordinarios Militares).
Este acompañar a los militares a que hace referencia el santo pontífice, conlleva especialización. La especialización es una característica esencial de la pastoral castrense. No sería adecuado que los ordinariatos militares se limitaran a ofrecer la misma asistencia que daría una Diócesis cualquiera. La especialización supone adaptación a la mentalidad y a las circunstancias de los militares y sus familias, penetrando donde difícilmente pueden llegar las diócesis territoriales, como recuerda el Cardenal Monterisi (XIII encuentro de pastoral castrense de Cochabamba, Setiembre de 2002). Necesitamos, por tanto, una catequesis adaptada al mundo militar. Y esta adaptación supone que la comunidad castrense -como tal-sea su acompañante en la Evangelización y en la vida cristiana. Así también lo pide la Spirituali Militum Curae (SMC IX) . La comunidad castrense debe estar presente en los distintos momentos del proceso evangelizador del militar, que abarca todos los aspectos y dimensiones de la vida cristiana. Y la catequesis es el momento privilegiado donde de manera ordenada y sistemática se inicia al individuo en la Revelación de Jesucristo, Revelación depositada en la memoria de la comunidad cristiana (CT 20).
Hay que decir que la catequesis en la Iglesia castrense tiene una connotación claramente misionera, porque la Nueva Evangelización llama al anuncio del Evangelio en todas las periferias humanas. Y la Iglesia castrense no va a las periferias humanas. Como dice la declaración conclusiva del XVII encuentro de pastoral castrense, se encuentra en la misma periferia, pues los militares tantas veces se enfrentan con el conflicto, el dolor humano, la muerte, la droga... las injusticias. Por ello es importante poner de relieve en la catequesis los valores éticos, pues es misión del militar la consecución y mantenimiento de la paz y el bienestar sociales. D. Juan del Rio nos enseña que
el reto de la Iglesia castrense es formar, dar motivaciones humanas y sobrenaturales para poner en valor lo que significa ser cristiano, los gozos a vivir y los males a evitar (Ponencia sobre la misión pastoral de los ordinariatos militares, Roma 20 Octubre 2011).
En la actual situacion de Nueva Evangelizacion ,o incluso de reevangelización, la catequesis debe tener un marcado acento misionero. Así que catequesis y anuncio misionero deben darse coordinadamente. No podemos perdernos apabullando al catequizando. Urge ir a lo esencial, simplificando las propuestas como sugiere el Papa Francisco (EG 35).
Teniendo presente todo lo dicho anteriormente, según mi opinión, la catequesis que precisa la Iglesia castrense tendría las siguientes características:
- Que sea una catequesis de la Iglesia y en la iglesia. En este caso de la Iglesia particular castrense con sus adaptaciones y peculiaridades.
- Que la Iniciación cristiana trabajada en la catequesis sea de toda la vida cristiana en su globalidad, con una perspectiva cristocéntrica y trinitaria, que haga hijos en el Hijo,por el Espiritu.
- Una catequesis misionera y de periferias, con primacia del Primer anuncio.
- Que sea una catequesis adaptada como lo expone el DGC en su n.42.
- Que sea una catequesis procesual. La catequesis de Iniciación no tiene una duración para toda la vida. Es preciso distinguirla muy bien de otros procesos de educación en la fe.
Sobre la segunda cuestión -las fuentes de la catequesis- la Iglesia castrense no tiene otra que la Palabra de Dios, contenida en la Escritura, conservada en la Tradición e interpretada por el Magisterio (CT 27).La catequesis es un servicio a la Palabra de Dios que es su Fuente. Tener en cuenta esta fuente evita el subjetivismo. Hablar de las fuentes de la catequesis es, también, hablar de aquellos lugares y maneras en los que la palabra de Dios se revela y en los que la catequesis debe abrevar constantemente su identidad más genuina.Por citar alguna,los santos padres de la Iglesia,los simbolos de la fe, la liturgia y, en general,toda la vida de la Iglesia. En este sentido, D. Juan del Rio sugiere que para una pastoral catequética en el ambito castrense se vaya a lo esencial, y la Biblia y el Catecismo de la Iglesia sean los materiales principales. (Ponencia sobre la misión pastoral de los ordinariatos militares, Roma 20 Octubre 2011).
En el Directorio General para la Catequesis encontramos las líneas a seguir para el desarrollo de la acción catequetica cuyo modelo, como comentaba antes, será siempre la catequesis de adultos.
Por último, cuales son los catequista que precisamos para practicar todo lo comentado anteriormente, dirigidos por sus capellanes y en comunión con el Obispo.
Primeramente, a mi modo de ver, no basta con personas de buena voluntad. Se precisa gente de Iglesia y con formación. Además, que conozcan el medio militar.
Hay catequistas que pueden entender la catequesis como una mera introducción de ideas doctrinales en la memoria de los catequizandos. Este tipo de catequista normalmente deja intacto el corazón de su grupo de catequesis. El catequista, ciertamente, debe conocer contenidos respecto a la fe, pero también precisa de un método y, sobre todo, de una continua actitud de escucha y conversión. Escucha de Dios y escucha de las personas a las que ha de educar en la fe, de tal forma que se de un verdadero intercambio de corazón a corazón y que la Palabra anunciada se siembre en un terreno labrado.
El catequista del militar ha de conocer de algún modo el corazón de los militares y sus familias. Debe tener en cuenta sus inquietudes, sus anhelos, sus esperanzas y dificultades. Y ya que profesionalmente están llamados a proteger la Paz, el catequista tendrá que poner en valor este don de la paz y aquellos valores éticos que hagan cumplir mejor su misión como guardianes de este don.
El catequista castrense es heraldo de la alegría. La alegría como actitud y como método es fundamental siempre,pero mas en una Iglesia con un tan alto porcentaje de jóvenes. En palabras de San Manuel González, Obispo y ejemplar catequista, precisamos catequistas graciosos, con gracia natural y sobrenatural (D. Manuel Gonzalez. La gracia en la educación, Edit.El granito de arena).
Hablar aquí ahora sobre pedagogía o de metodología, harían largas las presentes pinceladas sobre la catequesis. En todo caso, el modelo de toda pedagogía para la catequesis no puede ser otro que la misma Pedagogía Divina que es pedagogía del don y la gratuidad, pedagogía de la gradualidad y la historicidad, junto a una pedagogía del signo y el testimonio. Todo esto significa que hay que respetar los ritmos de cada persona en el aprendizaje y en la asimilación de la vida cristiana en todas sus vertientes. Cada cual tiene sus tiempos y sus circunstancias ante las cuales Dios sale al encuentro con condescendencia.
Las metodologías extraídas de las ciencias auxiliares, y que han sido cumplidamente probadas en su utilidad, habrá que ponerlas en práctica. Sin embargo, existe el peligro de ahogar el mismo Mensaje por parte del método sobredimensionado frustrando la propia finalidad de la catequesis que no es otra sino realizar una viva, explicita y operativa confesión de fe (IC 68).
Siempre y en todo caso , nuestros catequistas serán testigos del amor y misericordia de Dios.
Ojala nuestros catequistas ayuden a nuestros militares a confesar a Cristo como lo hizo otro militar al pie de la Cruz, reconociendo a Jesús como el Hijo de Dios. Y ayuden a que se puedan pronosticar bienaventurados por luchar por la Paz. La catequesis tiene una importancia trascendental para ello. Es como el armazón oseo al cuerpo humano. Cuando la Iglesia llama a una Nueva Evangelización, es hora también de profundizar en una mejor praxis de nuestras catequesis. Aun sabiendo que Dios va por delante, y que es El el que nos da el incremento y el fruto, trabajar en la transmisión de la fe nos debe llenar del gozo de saber que Dios cuenta con nosotros en tan importante tarea.
Manuel Gomez Rivera
Licenciado en Teología Catequética.
Delegado para la Catequesis y la Nueva Evangelización.