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28/03/2023 - Martes de la 5ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce.

Lectura del libro de los Números 21, 4-9

En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio
de Edón.

El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:

«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da
náuseas ese pan sin sustancia». El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían,
y murieron muchos de Israel.

Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:

«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las
serpientes». Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:

«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos
al mirarla».

Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a
alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Salmo: Sal 101, 2-3. 16-18. 19-21
R. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. R.

Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo,
tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. R.

Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.

Versículo

Gloria a ti, Cristo, Palabra de Dios.

V: La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que lo encuentra vive para siempre. R.

Evangelio: Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que «Yo soy».

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». Y
los judíos comentaban:

«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?». Y él les dijo:

«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este
mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que «Yo soy», moriréis
por vuestros pecados». Ellos le decían:

«¿Quién eres tú?» Jesús les contestó:

«Lo que os estoy diciendo. desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero
el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». Ellos no comprendieron
que les hablaba del Padre.

Y entonces dijo Jesús:

«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que «Yo soy», y que no hago nada por mi cuenta,
sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo;
porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Santa Teresa de Jesús, Las Moradas, 7.4.7

27/03/2023 - Lunes de la 5ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Ahora tengo que morir, siendo inocente.

Lectura de la profecía de Daniel 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62

En aquellos días, vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy
bella y temerosa del Señor.

Sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de moisés. Joaquín era muy rico y tenía un
jardín junto a su casa; y como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí. Aquel año fueron
designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo:

«En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que paso por guías del pueblo». Solían ir a casa de
Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos.

A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos
la veían a diario, cuando salía a pasear, y sintieron deseos de ella. Pervirtieron sus pensamientos y desviaron los
ojos para no mirar al cielo, ni acordarse de sus justas leyes.

Sucedió que, mientras aguardaban ellos el día conveniente, salió ella como los tres días anteriores sola con dos
criadas, y tuvo ganas de bañarse en el jardín, porque hacía mucho calor. No había allí nadie, excepto los dos
ancianos escondidos y acechándola. Susana dijo a las criadas:

«Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del jardín mientras me baño»
Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron:

«Las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros sentimos deseos de ti; así que consiente y
acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso
habías despachado a las criadas». Susana lanzó un gemido y dijo:

«No tengo salida: si hago eso, mereceré la muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero
no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar delante del Señor». Susana se puso a gritar, y los dos
ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar contra ella. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del
jardín.

Al oír los gritos en el jardín, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado.

Cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado
que hablar. Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos
con el propósito criminal de hacer morir a Susana. En presencia del pueblo ordenaron:

«Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín».

Fueron a buscarla, y vino ella con sus padres, hijos y parientes. Toda su familia y cuantos la veían lloraban.

Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana.
Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor.

Los ancianos declararon:

«Mientras paseábamos nosotros solos por el jardín, salió esta con dos criadas, cerró la puerta del
jardín y despidió a las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó
con ella.

Nosotros estábamos en un rincón del jardín y, al ver aquella maldad, corrimos hacia
ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte
que nosotros, y, abriendo la puerta, salió corriendo. En cambio, a esta la echamos mano y le preguntamos quién
era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello»

Como eran ancianos del pueblo y jueces, la asamblea los creyó y la condenó a muerte. Susana dijo gritando:

«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso
testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí». Y
el Señor escuchó su voz.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo en un muchacho llamado Daniel; y este dio
una gran voz:

«Yo soy inocente de la sangre de esta».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

«¿Qué es lo que estás diciendo?»

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

«Pero ¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque, sin discutir la causa ni conocer la verdad condenáis a una hija
de Israel? Volved al tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella». La gente volvió a toda prisa, y
los ancianos le dijeron:

«Ven, siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la ancianidad» Daniel les dijo:

«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar».

Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:

«¡Envejecido en días y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas
condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: “No matarás al inocente ni al justo”.

Ahora puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados». Él contestó:

«Debajo de una acacia». Respondió Daniel:

«Tu calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

«¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con
las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra
maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?». Él contestó:

«Debajo de una encina». Replicó Daniel:

«Tu calumnia también se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguardad con la espada para dividirte por medio.

Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se
alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su
propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les
aplicaron la ley de Moisés y los ajusticiaron. Aquel día se salvó una vida inocente.

Salmo: Sal 22, 1b-3a. 3bc-4. 5. 6
R. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas
conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mí copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

Versículo Ez 33, 11

Gloria a ti, Cristo, Sabiduría de Dios Padre.

V: No me complazco en la muerte del malvado - dice el Señor -,
sino en que se convierta y viva. R.

 

Evangelio: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1 -11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo,
y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron:

«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear
a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó
y les dijo:

«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.

Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó:

«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó:

«Ninguno, Señor». Jesús dijo:

«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

26/03/2023 - Domingo de la 5ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis.

Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 12-14

Esto dice el Señor Dios:

«Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel.

Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de ellos, pueblo mío, comprenderéis que soy el Señor.

Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestra tierra y comprenderéis que yo, el
Señor, lo digo y lo hago -oráculo del Señor-».

Salmo: Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. 7cd-8
R. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito,
Señor; Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.

Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.

Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R.

Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;
y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R.

2ª lectura: El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-11

Hermanos:

Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros, en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo
no es de Cristo.

Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia.
Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre
los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que
habita en vosotros.

Versículo Jn 11, 25a. 26

Gloria y alabanza a ti, Cristo.

Yo soy la resurrección y la vida - dice el Señor -;
el que cree en mí no morirá para siempre. R.

 

Evangelio: Yo soy la resurrección y la vida.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 1-45

En aquel tiempo, había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su
hermana. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo
era su hermano Lázaro. Las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús, diciendo:

«Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo:

«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que
estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dijo a sus discípulos:

«Vamos otra vez a Judea». Lo discípulos le replicaron:

«Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?». Jesús contestó:

«¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero
si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él». Dicho esto, añadió:

«Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo». Entonces le dijeron sus discípulos:

«Señor, si duerme, se salvará».

Jesús se refiere a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús
les replicó claramente:

«Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora
vamos a su encuentro». Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:

«Vamos también nosotros y muramos con él».

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos
quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedo en casa. Y
dijo Marta a Jesús;

«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas
a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo:

«Tu hermano resucitará». Marta respondió:

«Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo:

«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y el que
está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». Ella le contestó:

«Si, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». Y dicho esto, fue a
llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:

«El Maestro está ahí y te llama».

Apenas lo oyó se levantó y salió adonde estaba él, porque Jesús no había entrado todavía en la aldea,
sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola,
al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí.

Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:

«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano».

Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu,
se estremeció y preguntó:

«¿Dónde lo habéis enterrado?». Le contestaron:

«Señor, ven a verlo».

Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:

«¡Cómo lo quería!». Pero algunos dijeron:

«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?». Jesús,
conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba.

Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:

«Quitad la losa».

Marta, la hermana del muerto, le dijo:

«Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días». Jesús le replico:

«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Entonces quitaron la losa.

Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:

«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por
la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente:

«Lázaro, sal afuera».

El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
«Desatadlo y dejadlo andar».

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

1ª lectura: Mirad: la virgen está encinta.

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14; 8, 10b

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:

«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Ajaz:

«No la pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Dios:

«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el
Señor, por su cuenta, os dará un signo: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Emmanuel, porque con nosotros está Dios».

Salmo: Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R.

«Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R.

2ª lectura: Así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí: para hacer ¡oh, Dios!
tu voluntad.

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos:

Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.

Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice:

«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas
expiatorias.

Entonces yo dije: He aquí que vengo - pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí - para
hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad».

Primero dice: «Tú no quisiste ni sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni víctimas expiatorias», que se
ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad». Niega lo primero, para
afirmar lo segundo.

Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha
una vez para siempre.

Versículo Jn 1, 14ab

La salvación y la gloria y el poder son del Señor Jesucristo.

V: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria. R.

 

Evangelio: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María
dijo al ángel:

«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó:

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo
que va a nacer se llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y
ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”». María contestó:

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

El pasado miércoles día 22 de marzo, se reunió, por videoconferencia, el Consejo de Cáritas Castrense bajo la presidencia de su Arzobispo, D. Juan Antonio Aznárez. Asistieron, además de los miembros del Consejo de Dirección, representantes de 18 Cáritas Parroquiales Castrense (CPC.)

Se inició el Consejo con las palabras del Arzobispo, que les agradeció la labor desinteresada que venían realizando y les animó a seguir en esa misma dirección con la visión puesta en llevarla a cabo con espíritu de equipo.

24/03/2023 - Viernes de la 4ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Lo condenaremos a muerte ignominiosa.

Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1a. 12-22

Se decían los impíos, razonando equivocadamente:

«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso: se opone a nuestro modo de actuar, nos reprocha las
faltas contra la ley y nos reprende contra la educación recibida; presume de conocer a Dios y se llama a
sí mismo hijo de Dios.

Es un reproche contra nuestros criterios, su sola presencia nos resulta insoportable.

Lleva una vida distinta de los demás, y va por caminos diferentes.

Nos considera moneda falsa y nos esquiva como a impuros.

Proclama dichoso el destino de los justos, y presume de tener por padre a Dios.

Veamos si es verdad lo que dice, comprobando cómo es su muerte.

Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos.

Lo someteremos a ultrajes y torturas, para conocer su temple y comprobar su resistencia. Lo condenaremos
a muerte ignominiosa, pues, según dice, Dios lo salvará»

Así discurren, pero se equivocan, pues los ciega su maldad.

Desconocen los misterios de Dios, no esperan el premio de la santidad ni creen en la recompensa de
una vida intachable.

Salmo: Sal 33, 17-18. 19-20. 21 y 23
R. El Señor está cerca de los atribulados.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo librará el Señor. R.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.

Versículo Mt 4, 4b

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor.

V: No solo de pan vive el hombre
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.

 

Evangelio: Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 7, 1- 2. 10. 25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de
matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.

Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente,
sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:

«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los
jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías,
cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene». Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:

«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el
Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él
me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Articulo publicado en la revista TRAPANA, revista de la Asociación de Estudios Melillenses.
Año XVII. Volumen 15. 2022

Los acontecimientos que se produjeron en el verano de 1921 que motivaron el derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla han sido estudiados desde diferentes ángulos, pero, 100 años después, todavía quedan flecos para llegar a un estudio definitivo de los hechos. Y eso pese a la cantidad de publica­ciones, conferencias, jornadas, etc., que se han llevado a cabo con motivo de su centenario. En términos generales podemos afirmar que el grueso de los hechos, los movimientos, las actuaciones de posiciones y unidades, etc., están bastante claras. Sin embargo, dentro de esos temas, y de momento olvidados, está la ac­tuación de determinados personajes que han pasado desapercibidos entre la vo­rágine de los hechos.

Esa es la finalidad de este artículo, sacar a la luz la actuación, y dentro de los límites que imponen la falta de datos, de los componentes del Clero Castrense en esos hechos de julio de 1921.

Ver articulo completo AQUI

23/03/2023 - Jueves de la 4ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.

Lectura del libro del Éxodo 32, 7-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:

«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado
del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios
y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”». Y el Señor añadió a Moisés:

«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos
hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo». Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:

«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y
mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en
las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la
amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo,
diciendo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he
hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre.

Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Salmo: Sal 105, 19-20. 21-22. 23
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.

Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.

Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.

Versículo Cf. Jn 3, 16

Alabanza a ti, Cristo, rey de la gloria eterna.

V: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna. R.

 

Evangelio: Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí,
y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo
dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara
que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es
mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan
testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto
su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de
mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé
que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro
viene en nombre propio, a ese si lo recibiréis.

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del
único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien
tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no
creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

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