El arzobispo castrense de España, Monseñor D. Juan Antonio Aznárez, ordenó sacerdote al diácono D. Óscar Martín Feito, en una ceremonia que se celebró en Madrid, el domingo 4 de junio, en la Iglesia Catedral Castrense.
La celebración de la ordenación sacerdotal contó con la asistencia del Vicario General del Arzobispado, así como de los Vicarios Episcopales del Ministerio de Defensa, del Ejército de Tierra y del Ejército del Aire, además de compañeros del nuevo sacerdote, seminaristas, amigos y familiares.
La Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social hace público su mensaje para el Día de la Caridad que la Iglesia celebra el 11 de junio, festividad del Corpus Christi. «Tú tienes mucho que ver. Somos oportunidad. Somos esperanza» es el lema que se propone este año.
1ª lectura: Permanecí sin ver.
Lectura del libro de Tobías 2, 9b-14
Yo, Tobit, en la noche de Pentecostés, después de enterrar el cadáver, salí al patio y me recosté en la tapia,
con la cara descubierta porque hacía calor. No había advertido que sobre la tapia, encima de mí, había
gorriones. Sus excrementos calientes me cayeron sobre los ojos y me produjeron unas manchas blanquecinas.
Acudí a los médicos para que me curaran; pero cuantos más remedios me aplicaban, más vista perdía
a causa de las manchas; hasta que termine totalmente ciego. Cuatro años permanecí sin ver. Todos mis
parientes se mostraron afligidos. Ajicar me cuidó durante dos años, hasta que marchó a Elimaida.
En tal situación, para obtener algún dinero, mi mujer, Ana, tuvo que trabajar en labores femeninas
tejiendo lanas. Los clientes le abonaban el precio a la entrega del trabajo. Un día, el siete de marzo,
terminó una pieza de tela y la entregó a los clientes. Estos, además de darle toda la paga, le regalaron un
cabrito. Cuando ella entró en casa, el cabrito se puso a balar. Yo entonces llamé a mi mujer y le pregunté:
«¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo a su dueño. No podemos comer
cosas robadas». Ella me aseguró:
«Es un regalo que me han hecho además de pagarme».
No la creí y, avergonzado por su comportamiento, insistí en que se lo devolviera a su dueño. Entonces
ella me replicó:
«¿Dónde están tus limosnas y buenas obras? Ya ves de qué te han servido».
Salmo: Sal 111, 1-2. 7-8.9
R. El corazón del justo está firme en el Señor.
Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
La descendencia del justo será bendita. R.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R.
Reparte limosna a los pobres; su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad. R.
Aleluya Cf. Ef 1, 17-18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama. R.
Evangelio: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 13-17
En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos de los fariseos y de los herodianos, para cazarlo con
una pregunta.
Se acercaron y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres veraz y no te preocupa lo que digan; porque no te fijas en apariencias,
sino que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos
o no pagamos?». Adivinando su hipocresía, les replicó:
«¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron. Y él les preguntó:
«¿De quién es esta imagen y esta inscripción?». Le contestaron:
«Del César».
Jesús les replicó:
«Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Y se quedaron admirados.
1ª lectura: Tobit practicaba la verdad.
Lectura del libro de Tobías 1, 3; 2, 1b-8
Yo, Tobit, he practicado la verdad y la justicia toda mi vida; he dado muchas limosnas a mis parientes
y compatriotas que vinieron cautivos conmigo a Nínive, la tierra de los asirios.
En nuestra santa fiesta de Pentecostés, es decir, la fiesta de las Semanas, me prepararon un
banquete, y me senté dispuesto a comer. Me prepararon la mesa y vi suculentos manjares. Entonces
dije a mi hijo Tobías:
«Hijo, sal y si, entre nuestros hermanos deportados de Nínive, encuentras algún pobre que se acuerde
de Dios con todo corazón, tráelo para que coma con nosotros. Hijo mío, esperaré hasta que vuelvas».
Tobías salió en busca de algún pobre de nuestro pueblo, pero al regreso me dijo:
«¡Padre!». Respondí:
«Aquí estoy, hijo mío». Él contesto:
«Padre, han asesinado a uno de los nuestros y su cuerpo yace en la plaza del mercado. Acaba de
ser estrangulado».
Me levanté sin haber probado la comida, tomé el cadáver de la plaza y lo dejé en un cobertizo para
enterrarlo cuando se pusiera el sol. Entré de nuevo, me lavé y comí con amargura, recordando las palabras
del profeta Amós contra Betel:
«Vuestras fiestas se convertirán en luto y todos vuestros cantos en lamentaciones». No pude reprimir
las lágrimas.
Cuando se puso el sol, fui a cavar una fosa y lo enterré el cadáver. Los vecinos se burlaban de mí diciendo:
«Este no escarmienta. Tuvo que escapar cuando lo buscaban para matarlo por enterrar muertos y
vuelve a la tarea».
Salmo: Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6
R. Dichoso quien teme al Señor.
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.
En su casa habrá riquezas
y abundancia, su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos, porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo. R.
Aleluya Cf. Ap 1-5
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Jesucristo, eres el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos;
nos amaste y has lavado nuestros pecados con tu sangre. R.
Evangelio: Agarrando al hijo amado, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 1-1
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos:
«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos
labradores y se marchó lejos. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto
de la viña. Ellos lo agarraron, lo azotaron y lo despidieron con las manos vacías. Les envió de nuevo otro
criado; a este lo descalabraron e insultaron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, a los que azotaron
o los mataron. Le quedaba uno, su hijo amado. Y lo envió el último, pensando: “Respetarán a mi hijo”.
Pero los labradores se dijeron:
“Este es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia”. Y, agarrándolo, lo mataron y lo
arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, hará perecer a los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto de la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?».
Intentaron echarle mano, porque comprendieron que había dicho la parábola por ellos;
pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.
1ª lectura: Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso.
Lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9
En aquellos días, Moisés madrugó y subió a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor,
llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó
ante él proclamando:
«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad». Moisés,
al momento, se inclinó y se postró en tierra.
Y le dijo:
«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; perdona
nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».
Salmo: Dn 3, 52 - 56
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Bendito eres, Señor, D
ios de nuestros padres.
Bendito tu nombre,
santo y glorioso. R.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R.
2ª lectura: La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13
Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y
el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con
todos vosotros.
Aleluya
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo;
al Dios que es, al que era y al que ha de venir. R.
Evangelio: Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino
que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre
del Unigénito de Dios.
1ª lectura: Daré gloria al que me ha dado sabiduría.
Lectura del libro del Eclesiástico 51, 17-27
Te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor.
Desde joven, ante de viajar por el mundo, busqué sinceramente la sabiduría en la oración. A la puerta
del templo la pedí, y la busqué hasta el último día.
Cuando floreció como racimo maduro, mi corazón se alegró.
Entonces mi pie avanzó por el camino recto, desde mi juventud seguí sus huellas.
Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré con una gran enseñanza.
Gracias a ella he progresado mucho, daré gloria a quien me ha dado la sabiduría.
Pues he decidido ponerla en práctica, me he dedicado al bien y no quedaré defraudado.
He luchado para obtenerla, he sido diligente en practicar la ley, he tenido mis manos hacia el cielo,
lamentando lo que ignoraba de ella. Hacia ella he orientado mi vida y en la pureza la he encontrado.
Desde el principio me dediqué a ella, por eso no quedaré defraudado.
Salmo: Sal 18, 8. 9. 10. 11
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.
Aleluya Cf. Col 3, 16a. 17c
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza,
dando gracias a Dios Padre por medio de Cristo. R.
Evangelio: ¿Con qué autoridad haces esto?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 11, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras este paseaba por el templo, se
le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le decían:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?» Jesús
les respondió:
«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de
Juan ¿era del cielo o de los hombres? Contestadme». Se pusieron a deliberar:
«Si decimos que es del cielo, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído?” ¿Pero como vamos a decir que es
de los hombres?». (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta).
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos». Jesús les replicó:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
1ª lectura: Nuestros padres fueron hombres de bien y su nombre vive por generaciones.
Lectura del libro del Eclesiástico 44, 1. 9-13
Hagamos el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según sus generaciones.
Otros no dejaron memoria, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron como si nunca hubieran
sido, igual que sus hijos después de ellos.
Pero hubo también hombres de bien, cuyos méritos no han quedado en el olvido.
En sus descendientes se conserva una rica herencia, su posteridad.
Sus descendientes han sido fieles a la alianza, y, gracias a ellos, también sus hijos.
Su descendencia permanece por siempre y su gloria no se borrará.
Salmo: Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b
R. El Señor ama a su pueblo.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R.
Aleluya Cf, Jn 15, 16
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo os he elegido del mundo - dice el Señor -,
para que vayáis y deis fruto,
y vuestro fruto permanezca. R.
Evangelio: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos. Tened fe en Dios.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 11, 11-26
Después que el gentío lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando
todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó
para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces
le dijo:
«Nunca jamás coma nadie frutos de ti». Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el
templo, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a
nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo:
«¿No está escrito: “Mi casa será casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros en cambio la habéis
convertido en cueva de bandidos».
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo admiraba
su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado». Jesús contestó:
«Tened fe en Dios. En verdad os digo que si uno dice a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y no
duda en su corazón, sino que cree en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier
cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del
cielo os perdone vuestras culpas».
El pasado martes 30 de mayo, el Batallón de Zapadores XVI de la isla de Tenerife, ha celebrado los actos en honor a San Fernando, patrón del Arma de Ingenieros y de Transmisiones y del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos.
Estos comenzaron a las 11 de la mañana con una Eucaristía en honor al Santo patrón, que fue oficiada por el capellán castrense Marcos J. Albertos a la que asistieron el teniente general jefe del Mando de Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla, Julio Salom Herrera, el jefe del Batallón, teniente coronel. Victor Gregorio Notario Madrid, así como los jefes de las diferentes unidades militares de la isla de Tenerife, el comandante naval de Tenerife, capitán de navío José María Fernández López, e integrantes de la Asociación de Damas de San Fernando y personal militar del Batallón.
1ª lectura: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Lectura del libro del Génesis 22, 9 -18
En aquellos días, llegaron Abrahán e Isaac al sitio que la había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar
y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le
gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!». Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios,
porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo». Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado
por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy, «En el monte el Señor es visto».
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo
único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la
arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la
tierra bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
Salmo: Sal 39, 6. 7. 8-9. 10. 11
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; entonces yo digo. «Aquí estoy». R.
«- Como está escrito en mi libro - para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas». R.
He proclamado tu justicia ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.
No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación. R.
Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor», los que desean tu salvación. R.
Aleluya Cf. Flp 2, 8-9
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Cristo se ha hecho por nosotros obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre. R.
Evangelio: Mi alma está triste hasta la muerte.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42
Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase
de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú». Y volvió a los discípulos y los
encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu
está pronto, pero la carne es débil». De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
1ª lectura: Compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Lectura carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 9-16b
Hermanos:
Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad,
no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor. Que la
esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las
necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran.
Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al
nivel de la gente humilde.
Salmo: Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6
R. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
«Él es mi Señor y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. R.
Aleluya Cf. Lc 1, 45
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bienaventurada tú, que has creído, Virgen María,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. R.
Evangelio: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de
Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel
del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la
criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor
se cumplirá». María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado
la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi:
“su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres
- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
En orden a una mejor distribución de las responsabllldades de gobierno del Arzobispado Castrense de España, de conformidad con el canon 470 del
...El viernes 15 de septiembre, en el Centro Deportivo Sociocultural Militar del Ejército de Tierra de Ceuta, el páter Francisco Javier Boada, ofreció
...El Arzobispo Castrense de España, Monseñor Don Juan Antonio Aznárez, ha recibido en audiencia esta mañana, en la sede del Arzobispado, a D. José
...