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1ª lectura: Haré llover pan del cielo para vosotros.

Lectura del libro del Éxodo 16, 1-5. 9-15

Toda la comunidad de los hijos de Israel partió de Elín y llegó al desierto de Sin, entre Elín y Sinaí,
el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.

La comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:

«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos
alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto
para matar de hambre a toda esta comunidad».

El Señor dijo a Moisés:

«Mira, haré llover pan del cielo para vosotros: que el pueblo salga a recoger la ración de cada
día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi instrucción o no. El día sexto prepararán lo que hayan
recogido y será el doble de lo que recogen a diario».

Moisés dijo a Aarón:

«Di a la comunidad de los hijos de Israel: “Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones”».

Mientras Aarón hablaba a la comunidad de los hijos de Israel ellos se volvieron hacia el desierto
y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube.

El Señor dijo a Moisés:

«He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: “Al atardecer comeréis carne, por la
mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro”».

Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; y por la mañana había una
capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la
superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo,
los hijos de Israel se dijeron:

«¿Qué es esto?».

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:

«Es el pan que el Señor os da de comer».

Salmo: Sal 77, 18-19. 23-24. 25-26. 27-28

R. El Señor les dio pan del cielo.

Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo una comida a su gusto; hablaron contra Dios:
«¿Podrá Dios preparar una mesa en el desierto?» R.

Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R.

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Hizo soplar desde el cielo el levante,
y dirigió con su fuerza el viento sur. R.

Hizo llover carne como una polvareda,
y volátiles como arena del mar;
los hizo caer en mitad del campamento,
alrededor de sus tiendas. R.

Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que loe encuentra vive para siempre. R.

 

Evangelio: Cayó en tierra buena y dio fruto.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 1-9

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que
subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.

Les habló mucho rato en parábolas:

«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros
y se lo comieron.

Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era
profunda brotó en seguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.

Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron.

Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra sesenta; otra, treinta.

El que tenga oídos, que oiga».

El día 24 de julio a las 20:00 horas, se celebró en la Real Iglesia Parroquial Castrense de San Fernando de Zaragoza, la Vigilia en Honor de Patrón Santiago.

La Santa Misa que presidió el Rvdo. Párroco-Capellán Castrense, D. Ángel Briz, contó con la presencia del General Jefe de la Brigada Aragón I, general de brigada Guillermo García del Barrio, y del Jefe del Regimiento España 11, coronel Francisco Javier Calero; así como de distintos Jefes, Oficiales y Suboficiales, principalmente del Arma de Caballería, acompañados por sus familiares, y feligreses de la Parroquia.

1ª lectura: El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.

Y se los miraba a todos con mucho agrado.

Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.

Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón.

Les hicieron comparecer ante el sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo
«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado
Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron:

«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a
quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo
jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos
nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen». Ellos, al oír esto, se consumían de
rabia y trataban de matarlos.

El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 7-8

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines de la tierra. R.

2ª lectura: Llevamos siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 7-15

Hermanos:

Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de
Dios y no proviene de nosotros.

Atribulados en todo, más no aplastados; apurados, más no desesperados; perseguidos, pero no
abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la
muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, mientras
vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la
vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la
vida en vosotros.

Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también
nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará
a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros. ante él.

Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento,
para gloria de Dios.

Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Astro brillante de España, apóstol Santiago,
tu cuerpo descansa en la paz,
tu gloria pervive entre nosotros. R.

 

Evangelio: Mi cáliz lo beberéis.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeos con sus hijos y se postró
para hacerle una petición.

Él le preguntó:

¿«Qué deseas?».

Ella contestó:

«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

Pero Jesús replicó:

«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».

Contestaron:

«Podemos». Él les dijo:

«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo,
es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre
vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero
entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate
por muchos».

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos ofrece la parábola del trigo y la cizaña (cf. Mt 13,24-43). Un agricultor, que ha sembrado buena semilla en su campo, descubre que un enemigo de noche ha sembrado en él cizaña, una planta de aspecto muy parecido al trigo, pero infectada.

De este modo, Jesús habla de nuestro mundo, que en realidad es como un gran campo, donde Dios siembra trigo y el maligno cizaña, y así el bien y el mal crecen juntos. El bien y el mal crecen juntos. Lo vemos en las noticias, en la sociedad, y también en la familia y también en la Iglesia. Y cuando, junto al trigo bueno, vemos malas hierbas, nos dan ganas de arrancarlas inmediatamente, de hacer "limpieza total" de inmediato. Pero el Señor nos advierte hoy que es una tentación hacer esto: no podemos crear un mundo perfecto y no podemos hacer el bien destruyendo precipitadamente lo que está mal, porque esto tiene efectos peores: acabamos -como se dice- "tirando el niño junto con el agua sucia".

Hay, sin embargo, un segundo campo en el que podemos limpiar: es el campo de nuestro corazón, el único en el que podemos intervenir directamente. También allí hay trigo y cizaña, de hecho, es desde allí desde donde ambos se extienden al gran campo del mundo. Hermanos y hermanas, nuestro corazón, en efecto, es el campo de la libertad: no es un laboratorio aséptico, sino un espacio abierto y, por tanto, vulnerable. Para cultivarlo adecuadamente, es necesario, por una parte, cuidar constantemente los delicados brotes de bondad y, por otra, identificar y erradicar las malezas, en el momento justo. Así pues, miremos en nuestro interior y examinemos un poco que ocurre, lo que crece en mí. Que está creciendo en mi de bien y de mal. Existe un hermoso método para hacerlo: aquello que se llama el examen de conciencia, que es ver qué sucede hoy en mi vida, qué me impactó en el corazón y qué decisión tomé. Y esto sirve precisamente para verificar, a la luz de Dios, donde están las hierbas malas y donde la semilla buena.

Después del campo del mundo y del campo del corazón hay un tercero campo. Podemos llamarlo el campo del vecino. Son las personas con las que nos relacionamos, que frecuentamos cada día y a las que juzgamos a menudo. ¡Qué fácil nos resulta reconocer su cizaña! ¡Y qué difícil es, en cambio, ver el buen trigo que crece! ¡Cómo nos gusta “despellejar” a los demás...! Recordemos, sin embargo, que si queremos cultivar los campos de la vida, es importante buscar ante todo la obra de Dios: aprender a ver en los demás, en el mundo y en nosotros mismos la belleza de lo que el Señor ha sembrado, el trigo besado por el sol con sus espigas doradas. Hermanos y hermanas, Pedimos la gracia de poder verla en nosotros mismos, pero también en los demás, empezando por los que están cerca de nosotros. No es una mirada ingenua, es una mirada creyente, porque Dios, el agricultor del gran campo del mundo, ama ver lo bueno y hacerlo crecer hasta hacer de la siega una fiesta.

Por eso, también hoy podemos hacernos algunas preguntas. Pensando en el campo del mundo: ¿Yo sé vencer la tentación de "hacer de cada hierba un montón", de hacer “limpieza total” de los demás con mis juicios? Luego, pensando en el campo del corazón: ¿soy honesto para buscar las malas plantas que hay en mí y decidido arrojarlas al fuego de la misericordia de Dios? Y, pensando en el campo del prójimo: ¿tengo la sabiduría de ver lo bueno sin desanimarme por las limitaciones y la lentitud de los demás?

Que la Virgen María nos ayude a cultivar con paciencia lo que el Señor siembra en el campo de la vida, en mi campo, en el campo de mi vecino, en el campo de todos.

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Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Hoy, mientras muchos jóvenes se preparan para partir a la Jornada Mundial de la Juventud, nosotros celebramos el Día Mundial de los Abuelos y de los Ancianos. Por eso me acompañan un nieto y una abuela. ¡Aplaudamos a los dos! Que la proximidad entre las dos Jornadas sea una invitación a promover una alianza entre las generaciones, que es muy necesaria, porque el futuro se construye juntos, en el intercambio de experiencias y en el cuidado mutuo entre jóvenes y mayores. No los olvidemos. ¡Y aplaudamos a todos los abuelos y abuelas! ¡Fuerte!

Estamos viviendo, aquí y en muchos países, fenómenos climáticos extremos: por un lado, diversas regiones se ven afectadas por olas de calor anormales e incendios devastadores; por otro, en no pocos lugares se producen aguaceros e inundaciones, como los que han azotado Corea del Sur en los últimos días: estoy cerca de quienes sufren y de quienes asisten a las víctimas y a los desplazados. Y, por favor, renuevo mi llamamiento a los dirigentes de las naciones para que hagan algo más concreto para limitar las emisiones contaminantes: es un reto urgente e inaplazable, concierne a todos. ¡Protejamos nuestra casa común!

Y ahora me gustaría llamar la atención sobre el drama que siguen viviendo los emigrantes en el septentrión de África. Miles de ellos, en medio de un sufrimiento indecible, llevan semanas atrapados y abandonados en zonas desérticas. Hago un llamamiento, en particular a los Jefes de Estado y de Gobierno europeos y africanos, para que socorran y ayuden urgentemente a estos hermanos y hermanas. Que el Mediterráneo no sea nunca más teatro de muerte e inhumanidad. Que el Señor ilumine las mentes y los corazones de todos, suscitando sentimientos de fraternidad, solidaridad y acogida.

Y sigamos rezando por la paz, especialmente por la querida Ucrania, que sigue sufriendo muerte y destrucción, como desgraciadamente ha vuelto a ocurrir esta noche en Odessa.

Les saludo a todos, romanos y peregrinos de Italia y de muchos países, especialmente a los de Brasil, Polonia, Uruguay... ¡Son muchos! También a los estudiantes de Buenos Aires y a los fieles de la diócesis de Legnica, en Polonia. Saludo también al grupo ciclista "Cuarenta años después", de Cogorno, a los participantes en la iniciativa "Pedalar por la Paz" y a los niños acogidos por algunas comunidades del Lacio.

Les deseo a todos un buen domingo y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Y recen también por esta abuela y su nieto, y con todos los abuelos y nietos.

Que tengan un buen almuerzo y hasta pronto.

[Multimedia]

El pasado día 21 de julio, se hizo entrega, por parte del Regimiento España 11, de Zaragoza, de un Manto a Nuestra Señora la Virgen del Pilar, con motivo de las celebraciones que se vienen desarrollando por la celebración de Santiago, Patrón del Arma de Caballería.

1ª lectura: Así sabrán que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón.

Lectura del libro del Éxodo 14, 5-18

En aquellos días, comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, y el faraón y sus
servidores cambiaron de parecer sobre el pueblo y se dijeron:

«¿Qué hemos hecho? Hemos dejado escapar a Israel de nuestro servicio».

Hizo, pues, preparar un carro y tomó consigo sus tropas: tomó seiscientos carros escogidos y los
demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales.

El Señor hizo que el faraón, rey de Egipto, se obstinase en perseguir a los hijos de Israel, mientras
éstos salían triunfantes.

Los egipcios los persiguieron con todos los caballos y los carros del faraón, con sus jinetes y su
ejército, y les dieron alcance mientras acampaban en Piajirot, frente a Baalsefón.

Al acercarse el Faraón, los hijos de Israel alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban
detrás de ellos, quedaron sobrecogidos de miedo y gritaron al Señor.

Dijeron a Moisés:

«¿No había sepulcros en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto?; ¿qué nos has
hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: “Déjanos en paz y serviremos a los
egipcios; pues más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto”?». Moisés respondió al
pueblo:

«No temáis; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que
estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad tranquilos».

El Señor dijo a Moisés:

«¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. Y tú, alza
tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio
del mar, por lo seco. Yo haré que los egipcios se obstinen y entren detrás de vosotros, y me cubriré
de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de sus jinetes. Así sabrán los
egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del faraón, de sus carros
y de sus jinetes».

Salmo: Ex 15, 1-2. 3-4. 5-6

R. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.

Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.

Mi fuerza y mi poder es el Señor.

Él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R.

El Señor es un guerrero, su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R.

Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, es magnífica en poder,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R.

Aleluya Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor. R.

 

Evangelio: Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42

En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús:

«Maestro, queremos ver un signo tuyo».

Él les contestó:

«Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del
profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches
estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra
esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás,
y aquí hay uno que es más que Jonás.

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen,
porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y
aquí hay uno que es más que Salomón».

1ª lectura: Concedes el arrepentimiento a los pecadores.

Lectura del libro de la Sabiduría 12, 13. 16-19

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, a quien tengas que demostrar que no juzgas
injustamente.

Porque tu fuerza es el principio de la justicia, y tu señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos.

Despliegas tu fuerza ante el que no cree en tu poder perfecto y confundes la osadía de los que lo conocen.

Pero tú, dueño del poder, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha indulgencia, porque
haces uso de tu poder cuando quieres.

Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos una buena
esperanza, pues concedes el arrepentimiento a los pecadores.

Salmo: Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16a

R Tú, Señor, eres bueno y clemente.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia, con los que te invocan.

Señor, escucha mi oración,
atiende la voz de mi súplica. R.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia,
Señor; bendecirán tu nombre:

«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios». R.

Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí. R.

2ª lectura: El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 26-27

Hermanos:

El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene;
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.

Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos
es según Dios.

Aleluya Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.

 

Evangelio: Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:

«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras
los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando
empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados
a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.

Él les dijo:

“Un enemigo lo ha hecho”.

Los criados le preguntaron:

“¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.

Pero él les respondió:

“No, que, al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la
siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas
para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».

1ª lectura: Encontré al amor de mi alma.

Lectura del libro del Cantar de los cantares 3, 1-4a

Así dice la esposa


«En mi lecho, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo buscaba y no lo encontraba.

“Me levantaré y rondaré por la ciudad, por las calles y las plazas, buscaré al amor de mi alma”.

Lo busqué y no lo encontré.

Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: “¿Habéis visto al amor de mi alma?”

En cuanto los hube pasado, encontré al amor de mi alma».

Salmo: Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9

R. Mi alma está sedienta de ti, Dios. mío.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.

Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

«¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso, la tumba abandonada». R.

 

Evangelio: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1. 11-18

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba
oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos
ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el
cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:

«Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella les contesta:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice:

«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:

«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice:

«¡María!».

Ella se vuelve y le dice:

«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice:

«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero anda, ve a mis hermanos y
diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».

María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:

«He visto al Señor y ha dicho esto».

1ª lectura: Mataréis al cordero al atardecer; cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros.

Lectura del libro del Éxodo 11, 10-12, 14

En aquellos días, Moisés y Aarón hicieron muchos prodigios en presencia del faraón; pero el Señor
hizo que el faraón se obstinara en no dejar marchar a los hijos de Israel de su tierra.

Dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:

«Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid
a toda la asamblea de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por
casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa,
hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin
defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.

Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al
atardecer”. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis.

Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas.

No comeréis de ella nada crudo, ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y
vísceras. No dejaréis restos para la mañana siguiente; y, si sobra algo, lo quemaréis.

Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis
a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.

Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto,
desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo
ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.

Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación
en generación, como ley perpetua lo festejaréis.

Salmo: Sal 115, 12-13. 15-16be. 17-18

R. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación invocando el nombre del Señor. R.

Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas. R.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.

Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz - dice el Señor -,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.

 

Evangelio: El Hijo del hombre es señor del sábado.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8

En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron
a arrancar espigas y a comérselas.

Los fariseos, al verlo, le dijeron:

«Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».
Les replicó:

«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa
de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus
compañeros, sino sólo a los sacerdotes.

¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir
en culpa?

Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo.

Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais
a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».

20/07/2023 - Jueves de la 15ª semana de Tiempo Ordinario.

1ª lectura: Yo soy el que soy. “Yo soy” me envía a vosotros.

Lectura del libro del Éxodo 3, 13-20

En aquellos días, al escuchar Moisés la voz del Señor entre las zarzas, le replicó:

«Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”.

Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?» Dios dijo a Moisés:

«”Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros».

Dios añadió:

«Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac,
Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación
en generación”.

Vete, reúne a los ancianos de Israel y diles: El Señor Dios de vuestros padres se me ha aparecido,
el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, y me ha dicho: “He observado atentamente cómo
os tratan en Egipto y he decidido sacaros de la opresión egipcia y llevaros a la tierra de los cananeos,
hititas, amorreos, perizitas, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel”. Ellos te harán
caso, y tú, con los ancianos de Israel, te presentarás al rey de Egipto y le diréis: “El Señor Dios de los
hebreos, nos ha salido al encuentro y ahora nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por
el desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios”.

Yo sé que el rey de Egipto no os dejará marchar ni a la fuerza; pero yo extenderé mi mano
y heriré a Egipto con prodigios que haré en medio de él, y entonces os dejará marchar».

Salmo: Sal 104, 1 y 5. 8-9. 24-25. 26-27

R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.

Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.

Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.
A estos les cambió el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y usaran malas artes con sus siervos. R.

Pero envió a Moisés, su siervo, y a Aarón, su escogido,
que hicieron contra ellos sus signos, prodigios en la tierra de Cam. R.

Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados
- dice el Señor -, y yo os aliviaré. R.

Evangelio: Soy manso y humilde de corazón.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre
vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras
almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

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