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Santa Teresa de Lisieux

San Pablo de la Cruz (fundador de los Pasionistas)

El pasado jueves 2 de febrero la Real Parroquia Castrense del Santo Ángel Custodio y la Hermandad de Nuestra Señora de los Desamparados celebraron la Festividad de la Presentación de Jesús en el Templo, estando la Bendita Imagen de Nuestra Señora de los Desamparados en Solemne Besamanos para Veneración a sus Fieles en el templo castrense.

13/02/2023 - Lunes de la 6ª semana de Tiempo Ordinario.

1ª lectura: Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

Lectura del libro del Génesis 4, 1-15. 25

El hombre conoció a Eva, su mujer, que concibió y dio a luz a Caín. Y ella dijo:

«He adquirido un hombre con la ayuda del Señor».

Después dio a luz a Abel, su hermano. Abel era pastor de ovejas, y Caín cultivaba el suelo.

Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del suelo; también Abel ofreció las primicias
y la grasa de sus ovejas.

El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, pero no se fijó en Caín ni en su ofrenda; Caín se enfureció y
andaba abatido.

El Señor dijo a Caín:

«¿Por qué te enfureces y andas abatido? ¿No estarías abatido si obraras bien?; pero, si no obras bien,
el pecado acecha a la puerta y te codicia, aunque tú puedes dominarlo». Caín dijo a su hermano Abel:

«Vamos al campo».

Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín:
«¿Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín:

«No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?». El Señor le replicó:

«¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo.

Por eso te maldice ese suelo que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano.
Cuando cultives el suelo, no volverá a darte sus productos. Andarás errante y perdido por la tierra».

Caín contestó al Señor:

«Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré
que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará».

El Señor le dijo:

«El que mate a Caín lo pagará siete veces».

Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase. Adán conoció otra
vez a su mujer, que dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo:

«Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, asesinado por Caín».

Salmo: Sal 49, 1bc y 8. 16bc-17. 20-21
R. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí. R.

¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R.

Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre.
Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara». R.

Aleluya Jn 14, 6bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el camino y la verdad y la vida - dice el Señor -;
nadie va al Padre sino por mí. R.

 

Evangelio: ¿Por qué esta generación reclama un signo?

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba,
le pidieron un signo del cielo.

Jesús dio un profundo suspiro y dijo:

«¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación
». Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

1ª lectura: A nadie obligó a ser impío.

Lectura del libro del Eclesiástico 15, 15-20

Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad.

Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras.

Ante los hombres está la vida y la muerte, y a cada uno se le dará lo que prefiera. Porque grande es
la sabiduría del Señor, fuerte es su poder y lo ve todo.

Sus ojos miran a los que le temen, y conoce todas las obras del hombre.

A nadie obligó a ser impío, y a nadie dio permiso para pecar.

Salmo: Sal 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34
R. Dichoso el que camina en la ley del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R.

Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos. R.

Haz bien a tu siervo:
viviré y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley. R.

Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón. R.

2ª lectura: Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 6-10

Hermanos:

Hablamos de sabiduría entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes
de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida,
predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la
ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.

Sino que, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha
preparado para los que lo aman».

Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

Aleluya Cf. Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.

 

Evangelio: Así se dijo a los antiguos; pero yo os digo.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o
tilde de la ley.

El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el
menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.

Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el
reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.

Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno
llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la
condena de la “gehenna” del fuego.

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano
tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras
vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En
verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo. Habéis oído que se dijo:

“No cometerás adulterio”.

Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su
corazón.

Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado
entero en la “gehenna”.

Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir
a parar entero a la “gehenna”.

Se dijo: “El que se repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia
a su mujer - no hablo de unión ilegítima - la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada
comete adulterio. También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus
juramentos al Señor”.

Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que
es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues
no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa
de ahí viene del Maligno».

1ª lectura: El Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo.

Lectura del libro del Génesis 3, 9-24

El Señor Dios llamó al hombre y le dijo:

«¿Dónde estás?». Él contestó:

«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí». El Señor Dios le replicó:

«¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».

Adán respondió:

«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí». El Señor dijo a la mujer:

«¿Qué has hecho?». La mujer respondió:

«La serpiente me sedujo y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente:

«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre
el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su
descendencia; ella te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón». A la mujer le dijo:

«Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará».

A Adán le dijo:

«Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí, maldito el suelo por tu
culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del
campo. Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado;
pues eres polvo y al polvo volverás».

Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven. El Señor Dios hizo túnicas de piel
para Adán y su mujer, y los vistió. Y el Señor Dios dijo:

«He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no
vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él, coma y viva para siempre».

Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.

Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que
brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.

Salmo: Sal 89, 2. 3-4. 5-6. 12-13
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Antes que naciesen los montes,
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre
tú eres Dios. R.

Tu reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer,
que pasó, una vela nocturna. R.

Si tú lo retiras
son como un sueño
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.

Aleluya Mt 4, 4b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

No solo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.

 

Evangelio: La gente comió hasta quedar saciada.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10

Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a
sus discípulos y les dijo:

«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los
despido a sus casas en ayunas, van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos»
Le replicaron sus discípulos:

«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?». Él les preguntó:

«¿Cuántos panes tenéis?». Ellos contestaron:

«Siete».

Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomando los siete panes, dijo la acción de gracias,
los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.

Tenían también unos cuantos peces; Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que
los sirvieran también.

La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete
canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con
sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

 

1ª lectura: Seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.

Lectura del Génesis 3.1-8

La serpiente era el más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:

«¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?». La mujer contestó a la serpiente:

«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín
nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”». La serpiente replicó a la
mujer:

«No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como
Dios en el conocimiento del bien y el mal».

Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable
para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió.

Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera
y se las ciñeron.

Cuando oyeron la voz del Señor Dios que se pasaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer
se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.

Salmo: Sal 31, 1b-2. 5. 6. 7
R. Dichoso el que está absuelto de su culpa.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño. R.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
o lo alcanzará. R.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R.

Aleluya Cf. Hch 16, 14b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R.

 

Evangelio: Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 31- 37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea,
atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le
imponga las manos.

El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:

«Effetá» (esto es: «ábrete»).

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo
proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían:

«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

09/02/2023 - Jueves de la 5ª semana de Tiempo Ordinario.

1ª lectura: Se la presentó a Adán. Y serán los dos una sola carne.

Lectura del libro del Génesis 2, 18-25

El Señor Dios se dijo:

«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude».

Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y
se los presentó a Adán, para ver que nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le
pusiera. Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo;
pero no encontró ninguno como él que lo ayudase.

Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla y le cerró
el sitio con carne. Y el Señor Dios formó, de la costilla que le había sacado de Adán, una mujer, y se la
presentó a Adán.

Adán dijo:

«¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será “mujer”, porque ha salido
del varón». Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una
sola carne.

Los dos estaban desnudos, Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro.

Salmo: Sal 127, 1bc-2. 3. 4-5
R. Dichosos los que temen al Señor.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.

Aleluya Sant 1, 21bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Acoged con docilidad la palabra, que ha sido injertada
en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas. R.

Evangelio: Los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.

Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.

Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se
le echó a los pies.

La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.

Él le dijo:

«Deja que coman primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella replicó:

«Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó:

«Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».

Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

Sínodo. Síntesis Etapa Continental Europea

A continuación se expone la sintesis del Sinodo para la Etapa Continental Europea, elaborada por la Conferencia Episcopal Española el pasado dia 28 de enero de 2023

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El Evangelio de la liturgia de hoy (cfr. Jn 1,29-34) recoge el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús después de haberlo bautizado en el río Jordán. Dice así: « Éste es de quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo» (vv. 29-30).

Esta declaración, este testimonio, revela el espíritu de servicio de Juan. Él fue enviado a preparar el camino al Mesías, y lo hizo sin ahorrar esfuerzos. Humanamente, se podría pensar que le será entregado un “premio”, un puesto relevante en la vida pública de Jesús. En cambio, no. Una vez cumplida su misión, Juan sabe hacerse a un lado, se retira de la escena para dejar el sitio a Jesús. Ha visto al Espíritu descender sobre Él (cfr. vv. 33-34), lo ha señalado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y ahora se dispone a escucharlo humildemente. De ser profeta pasa a ser discípulo. Ha predicado al pueblo, ha reunido discípulos y los ha formado durante mucho tiempo. Y, sin embargo, no ata a nadie a sí. Esto es difícil, pero es el signo del verdadero educador: no atar a las personas a uno mismo. Juan sitúa a sus discípulos sobre las huellas de Jesús. No está interesado en tener seguidores, en obtener prestigio y éxito, sino que presenta su testimonio y luego da un paso atrás para que muchos tengan la alegría de encontrar a Jesús. Podríamos decir: abre la puerta y se va.

Con este espíritu de servicio, con su capacidad de hacer sitio a Jesús, Juan el Bautista nos enseña una cosa importante: la libertad respecto a los apegos. Sí, porque es fácil apegarse a roles y posiciones, a la necesidad de ser estimados, reconocidos y premiados. Y esto, aunque es natural, no es algo bueno, porque el servicio implica la gratuidad, el cuidar de los demás sin ventajas para uno mismo, sin segundos fines, sin esperar algo a cambio. Nos hará bien cultivar, como Juan, la virtud del hacernos a un lado en el momento oportuno, testimoniando que el punto de referencia de la vida es Jesús. Hacerse a un lado, aprender a despedirse: he cumplido esta misión, he realizado este encuentro, me hago a un lado y dejo sitio al Señor. Aprender a hacerse a un lado, no pretender algo a cambio para nosotros.

Pensemos en lo importante que es esto para un sacerdote, que está llamado a predicar y celebrar no por afán de protagonismo o por interés, sino para acompañar a los demás hacia Jesús. Pensemos en lo importante que es para los padres, que crían a sus hijos con muchos sacrificios y luego deben dejarlos libres de emprender su propio camino en el trabajo, en el matrimonio, en la vida. Es hermoso y justo que los padres sigan asegurando su presencia diciendo a los hijos: «no os dejamos solos»; pero con discreción, sin intromisión. La libertad de crecer. Y lo mismo vale para otros ámbitos como la amistad, la vida de pareja, la vida comunitaria. Liberarse de los propios apegos y saber hacerse a un dado cuesta, pero es muy importante: es el paso decisivo para crecer en el espíritu de servicio sin pretender nada a cambio.

Hermanos, hermanas, probemos a preguntarnos: ¿somos capaces de hacer sitio a los demás? ¿De escucharlos, de dejarlos libres, de no atarlos a nosotros pretendiendo gratitud? También, a veces, de dejarlos hablar. No decir: “¡Tú no sabes nada!”, sino dejar hablar, hacer sitio a los demás. ¿Atraemos a los demás hacia Jesús o hacia nosotros mismos? Y aún más, siguiendo el ejemplo de Juan: ¿sabemos alegrarnos de que las personas emprendan su propio camino y sigan su llamada, incluso si eso implica un poco de desapego respecto a nosotros? ¿Nos alegramos de sus logros, con sinceridad y sin envidia? Esto es dejar crecer a los demás.

Que María, la sierva del Señor, nos ayude a librarnos de los apegos para hacer sitio al Señor y dar espacio a los demás.



Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Del 18 al 25 de enero tendrá lugar la tradicional Semana de Oración por la unidad de los cristianos. El tema de este año está tomado del profeta Isaías: «Haz el bien; busca la justicia» (1, 17)». Demos gracias al Señor que con fidelidad y paciencia guía a su pueblo hacia la plena comunión, y pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine y nos sostenga con sus dones.

El camino hacia la unidad de los cristianos y el camino de conversión sinodal de la Iglesia están vinculados. Por eso, aprovecho esta ocasión para anunciar que el sábado 30 del próximo mes de septiembre, en la plaza de San Pedro, tendrá lugar una Vigilia ecuménica de oración, con la que encomendaremos a Dios los trabajos de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Para los jóvenes que acudan a la Vigilia habrá un programa especial durante todo ese fin de semana, a cargo de la Comunidad de Taizé. Desde ahora, invito a los hermanos y hermanas de todas las confesiones cristianas a participar en esta reunión del Pueblo de Dios.

Hermanos y hermanas, ¡no nos olvidemos del martirizado pueblo ucraniano, que sufre tanto! Permanezcamos junto a ellos con nuestros sentimientos, con nuestra ayuda, con nuestra oración.

Y ahora os saludo a vosotros, romanos y peregrinos reunidos aquí. En especial, saludo a los fieles españoles de Murcia y a los de Sciacca, en Sicilia. Que la visita a la tumba de Pedro fortalezca vuestra fe y vuestro testimonio.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta la vista.

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