El pasado sábado 28 de enero, fiesta de Santo Tomás de Aquino, los grupos del Arzobispado Castrense de jóvenes universitarios Grupo Joven Castrense y de jóvenes profesionales del Grupo Pray and Share se unieron para disfrutar de una jornada cultural centrada en el arte religioso de su muy querida Villa de Madrid.
1ª lectura: Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Lectura de la carta a los Hebreos 13, 1-8
Hermanos:
Conservad el amor fraterno y no olvidéis la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo, “hospedaron” a ángeles.
Acordaos de los presos como si estuvierais presos con ellos; de los que son maltratados, como si estuvierais en
su carne. Que todos respeten el matrimonio, el lecho nupcial que nadie lo mancille, porque a los impuros y adúlteros
Dios los juzgará. Vivid sin ansía de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues él mismo dijo:
«Nunca te dejaré ni te abandonaré»; así tendremos valor para decir:
«El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?».
Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e
imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.
Salmo: Sal 26, 1bcde. 3. 5. 8c-9abcd
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mí luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.
Él me protegerá en su tienda el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R.
Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.
Aleluya Cf. Lc 8, 15
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia. R.
Evangelio: Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 14-29
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
Unos decían:
«Juan el Bautista ha resucitado, de entre los muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Otros decían:
«Es Elías». Otros:
«Es un profeta como los antiguos». Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía
que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo
que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con
gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales
y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré». Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le
mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza
en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos
fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
1ª lectura: Llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando.
Lectura de la profecía de Malaquías 3, 1-4
Esto dice el Señor:
«Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mi.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la
alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su llegada?, ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como fuego
de fundidor, como lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas
y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas. Entonces agradará al Señor
la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño».
Salmo: Sal 23, 7. 8. 9. 10
R. El Señor, Dios del universo, él es el Rey de la gloria.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. R.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, valeroso en la batalla. R.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria. R.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria. R.
Aleluya Lc 2, 32
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel. R.
Evangelio: Mis ojos han visto a tu Salvador.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-40
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron
a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito
varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de
tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el
consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no
vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban
con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos
y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu
Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu
pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María,
su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de
contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los
pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De
joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo,
sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también
a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron
todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su
parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
1ª lectura: El Señor reprende a los que ama.
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 4-7. 11-15
Hermanos:
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado, y habéis olvidado la exhortación
paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor
reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos». Soportáis la prueba para vuestra corrección,
porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero, luego produce fruto apacible
de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana:
así el pie cojo no se retuerce, sino que se cura. Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie
verá al Señor.
Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño,
contaminando a muchos.
Salmo: Sal 102, 1bc-2. 13-14. 17-18a
R. La misericordia del Señor dura por siempre, para aquellos que lo temen.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R.
La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R.
Aleluya Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz - dice el Señor -,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.
Evangelio: No desprecian a un profeta más que en su tierra.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan
sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y
sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba
de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
El pasado sábado 28 de enero, se celebró en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas la santa misa funeral en memoria y sufragio por Monseñor Don Juan del Rio, con motivo de cumplirse el 2º aniversario de su fallecimiento.
1ª lectura: Corramos, con constancia, en la carrera que nos toca.
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 1-4
Hermanos:
Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando
a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa
nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora
está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no
os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Salmo: Sal 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32
R. Te alabarán, Señor, los que te buscan.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Viva su corazón por siempre! R.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R.
Mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor». R.
Aleluya Mt 8, 17b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Cristo tomó nuestras dolencias
y cargo con nuestras enfermedades. R.
Evangelio: Contigo hablo, niña, levántate.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su
alrededor, y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole
con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». Se fue con él
y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacia doce años. Había sufrido mucho a manos de los
médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar
de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con sólo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que
había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaron:
«Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y
temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le
dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan
a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y
después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes,
entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos
de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
El viernes 27 de enero, en el Acuartelamiento Infante don Juan de Madrid, se celebró la festividad de San Juan Bosco, patrón del Cuerpo de Especialistas del Ejército de Tierra.
Los actos se iniciaron a las 13 horas, con la celebración de la Eucaristía por parte del padre salesiano D. Andrés Valencia y concelebrada por el capellán castrense D. Fernando Munera.
En la Base Coronel Maté en las actividades deportivas y de festividad de San Juan Bosco, patrono de los especialistas, se ha realizado una recogida de alimentos para Caritas Castrense Base Coronel Maté, Colmenar Viejo, que donará al Orfanato Madre Teresa de África (Malí).
1ª lectura: Por fe, conquistaron reinos. Dios tendrá preparado algo mejor a favor nuestro.
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 32-40
Hermanos:
¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel
y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron
fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades,
fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus
muertos. Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección
mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los
aserraron, murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo,
oprimidos, maltratados; el mundo no era digno de ellos: vagabundos por desiertos y montañas, por grutas y
cavernas de la tierra. Y todos éstos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido; porque Dios tenía
preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin nosotros a la perfección.
Salmo: Sal 30, 20. 21. 22. 23. 24
R. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R.
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R.
Bendito sea el Señor,
que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. R.
Yo decía en mí ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba. R.
Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios
les paga con creces. R.
Aleluya Lc 7, 16
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo. R.
Evangelio: Espíritu inmundo, sal de este hombre.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo.
Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado
con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para
dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó:
«¿Cómo te llamas?». Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos
dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar. Los porquerizos huyeron y dieron la
noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su
juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban
que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le
pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia
de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él;
todos se admiraban.
1ª lectura: Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre.
Lectura de la profecía de Sofonías 2, 3; 3, 12-13
Buscad al Señor, los humildes de la tierra, los que practican su derecho, buscad la justicia, buscad la
humildad, quizá podáis resguardaros el día de la ira del Señor.
Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor. El resto
de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán, y no habrá quien los inquiete.
Salmo: Sal 145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10
R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino
de los cielos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
2ª lectura: Dios ha escogido lo débil del mundo.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos,
ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo
débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta,
de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el
cual se ha hecho para nosotros sabiduría, de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así - como está escrito -: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Aleluya Mt 5, 12a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo. R.
Evangelio: Dichosos los pobres en el espíritu.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo
su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi
causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
El día 30 de mayo, festividad de San Fernando rey, se celebró en esta Real Iglesia la festividad de su Santo Patrón, junto con los pertenecientes al
...El día 30 de mayo en la ermita Virgen del Pilar de la Brigada Guadarrama XII se celebró la santa misa en honor a San Fernando patrón del arma de
...El Sr. Arzobispo D. Juan Antonio, administró el Sacramento de la Confirmación en la tarde del domingo día 28 de mayo en la capilla del Centro, a 90
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