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1ª lectura: Noemí volvió de la región de Moab junto con Rut, y llegaron a Belén.

Comienzo del libro de Rut 1, 1. 3-6. 14b-16. 22

Sucedió en tiempo de los jueces, que hubo hambre en el país y un hombre decidió emigrar, con
su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la región de Moab.

Murió Elimélec, el marido de Noemí, y quedó ella sola con sus dos hijos. Estos tomaron por mujeres
a dos moabitas llamadas Orfá y Rut. Pero, después de residir allí unos diez años, murieron también
los dos, quedando Noemí sin hijos y sin marido. Entonces Noemí, enterada de que el Señor había
bendecido a su pueblo procurándole alimentos, se dispuso a abandonar la región de Moab en compañía
de sus dos nueras.

Orfá dio un beso a su suegra y se volvió a su pueblo, mientras que Rut permaneció con Noemí.
«Ya ves - dijo Noemí - que tu cuñada vuelve a su pueblo y a sus dioses. Ve tú también con ella».

Pero Rut respondió:

«No insistas en que vuelva. y te abandone. Iré adonde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo
será mi pueblo y tu Dios será mi Dios».

Así fue como Noemí volvió de la región de Moab junto con Rut, su nuera moabita. Cuando llegaron
a Belén, comenzaba la siega de la cebada.

Salmo: Sal 145, 5-6ab. 6c-7. 8-9a. 9be-10

R. Alaba, alma mía, al Señor.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente. R.

Hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

Aleluya Sal 24, 4bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Dios mío, instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad. R.

 

Evangelio: Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en
un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».

Él le dijo:

«Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente.

Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

1ª lectura: Sobre los cimientos están los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14

El ángel me habló diciendo:

«Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero».

Y me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que
descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una
piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce
puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.

Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y al poniente tres puertas, y la
muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Salmo: Sal 144, 10-11. 12-13ab. 17-18

R. Tus santos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.

Aleluya Jn 1, 49b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Rabí, tú eres el Hijo de Dios,
tú eres el Rey de Israel. R.

 

Evangelio: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo:

«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de
José, de Nazaret».

Natanael le replicó:

«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».

Felipe le contestó:

«Ven y verás».

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».

Natanael le contesta:

«¿De qué me conoces?».

Jesús le responde:

«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».

Natanael respondió:

«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Jesús le contestó:

«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».

Y le añadió:

«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre
el Hijo del hombre».

1ª lectura: Pedisteis que os gobernara un rey, cuando vuestro rey era el Señor.

Lectura del libro de los Jueces 9, 6-15

En aquel tiempo, se reunieron todos los señores de Siquén y todo Bet Millo, y fueron a proclamar
rey a Abimélec junto a la encina de la estela que hay en Siquén.

Se lo anunciaron a Jotán, que, puesto en pie sobre la cima del monte Garizín, alzó la voz y les
dijo a gritos:

«Escuchadme, señores de Siquén, y así os escuche Dios.

Fueron una vez los árboles a ungir rey sobre ellos.

Y dijeron al olivo:

“Reina sobre nosotros”.

El olivo les contestó:

“¿Habré de renunciar a mi aceite, que tanto aprecian en mí dioses y hombres para ir a mecerme
sobre los árboles?”.

Entonces los árboles dijeron a la higuera:

“Ven tú a reinar sobre nosotros”.

La higuera les contestó:

“¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme sobre los árboles?” Los
árboles dijeron a la vid:

“Ven tú a reinar sobre nosotros”.

La vid les contestó:

“¿Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?”
Todos los árboles dijeron a la zarza:

“Ven tú a reinar sobre nosotros”.

La zarza contestó a los árboles:

“Si queréis en verdad ungirme rey sobre vosotros, venid a cobijaros a mi sombra. Y si no, salga
fuego de la zarza que devore los cedros del Líbano”».

Salmo: Sal 20, 2-3. 4-5. 6-7

R. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes, l
o colmas de gozo en tu presencia. R.

Aleluya Heb 4, 12ad

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón. R.

 

Evangelio: ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para
su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.

Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:

“Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”.

Ellos fueron.

Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.

Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:

“¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.

Le respondieron:

“Nadie nos ha contratado”.

Él les dijo:

“Id también vosotros a mi viña”.

Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:

“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.

Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario
cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:

“Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos
aguantado el peso del día y el bochorno”.


Él replicó a uno de ellos:

“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete.

Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis
asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».

Los miembros del Batallón de Zapadores XVI, con destino en la Cuesta, Tenerife, al frente del capitán D. Jaime Carande Rodríguez realizaron una marcha a pie el jueves 10 de agosto al Santuario de la Virgen de Candelaria con motivo de su festividad del 15 de agosto.

1ª lectura: Gedeón, salva a Israel. Yo te envío.

Lectura del libro de los Jueces 6, 11-24a

En aquellos días, vino el ángel del Señor y se sentó bajo el terebinto que hay en Ofrá, perteneciente
a Joás, de los de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba desgranando el trigo en el lagar, para esconderlo de
los madianitas.

Se le apareció el ángel del Señor y le dijo:

«El Señor está contigo, valiente guerrero».

Gedeón respondió:

«Perdón, mi señor; si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sucedido todo esto? ¿Dónde están
todos los prodigios que nos han narrado nuestros padres, diciendo: el Señor nos hizo subir de Egipto?
En cambio ahora, el Señor nos ha abandonado y nos ha entregado en manos de Madián». El Señor se
volvió hacia él y le dijo:

«Ve con esa fuerza tuya y salva a Israel de las manos de Madián. Yo te envío».

Gedeón replicó:

«Perdón, mi Señor ¿con qué voy a salvar a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo soy el
menor de la casa de mi padre».

El Señor le dijo:

«Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como a un solo hombre».

Gedeón insistió:

«Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú el que estás hablando conmigo. Te
ruego que no te retires de aquí hasta que vuelva a tu lado, traiga mi ofrenda y la deposite ante ti».

El Señor respondió:

«Permaneceré sentado hasta que vuelvas».

Gedeón marchó a preparar un cabrito y panes ácimos con unos cuarenta y cinco kilos de harina. Puso
la carne en un cestillo, echó la salsa en una olla; lo llevó bajo la encina y lo presentó.

El ángel de Dios le dijo entonces:

«Coge la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre aquella peña, y vierte la salsa».

Así lo hizo. El ángel del Señor alargó la punta del bastón que tenía en la mano, tocó la carne y los
panes ácimos, y subió un fuego de la peña que consumió la carne y los panes ácimos. Después el ángel
del Señor desapareció de sus ojos.

Cuando Gedeón reconoció que se trataba del ángel del Señor, dijo:

«¡Ay, Señor mío, Señor, que he visto cara a cara al ángel del Señor!».

El Señor respondió:

«La paz contigo, no temas, no vas a morir».

Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó «el Señor paz».

Salmo: Sal 84, 9. 11-12. 13-14

R. Dios anuncia la paz a su pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón». R.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R.

Aleluya 2 Cor 8, 9

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Jesucristo, siendo rico se hizo pobre
para enriqueceros con su pobreza. R.

 

Evangelio: Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja, que a un
rico entrar en el reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le
es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».

Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:

«Entonces, ¿quién puede salvarse?».

Jesús se les quedó mirando y les dijo:

«Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».

Entonces dijo Pedro a Jesús:

«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».

Jesús les dijo:

«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su
gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las
doce tribus de Israel.

Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá
cien veces más, y heredará la vida eterna.

Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».

1ª lectura: El Señor suscitó jueces, pero tampoco les escucharon.

Lectura del libro de los Jueces 2, 11-19

En aquellos días, los hijos de Israel obraron mal a los ojos del Señor, y sirvieron a los baales. Abandonaron
al Señor, Dios de sus padres, que los había hecho salir de la tierra de Egipto, y fueron tras
otros dioses, dioses de los pueblos vecinos, postrándose ante ellos e irritando al Señor. Abandonaron
al Señor para servir a Baal y a las astartés.

Se encendió, entonces, la ira del Señor contra Israel, los entregó a manos de saqueadores que los
expoliaron y los vendió a los enemigos de alrededor, de modo que ya no pudieron resistir ante ellos.

Siempre que salían, la mano del Señor estaba contra, ellos para mal, según lo había anunciado el
Señor y conforme les había jurado. Por lo que se encontraron en grave aprieto. Entonces el Señor
suscitó jueces que los salvaran de la mano de sus saqueadores. Pero tampoco escucharon a sus jueces,
sino que se prostituyeron yendo tras otros dioses y se postraron ante ellos. Se desviaron pronto del
camino que habían seguido sus padres, escuchando los mandatos del Señor. No obraron como ellos.

Cuando el Señor les suscitaba jueces, el Señor estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus
enemigos, en vida del juez, pues el Señor se compadecía de sus gemidos, provocados por quienes
los vejaban y oprimían. Pero, a la muerte del juez volvían a prevaricar más que sus padres, yendo
tras otros dioses que sus padres, para servirles y postrarse ante ellos. No desistían de su comportamiento
ni de su conducta obstinada.

Salmo: Sal 105, 34-35. 36-37. 39-40. 43-44

R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

No exterminaron a los pueblos
que el Señor les había mandado;
emparentaron con los gentiles,
imitaron sus costumbres. R.

Adoraron sus ídolos
y cayeron en sus lazos.
Inmolaron a los demonios
sus hijos y sus hijas. R.

Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con sus maldades.
La ira del Señor se encendió contra su pueblo,
y aborreció su heredad. R.

Cuántas veces los libró;
mas ellos, obstinados en su actitud.
Pero él miró su angustia,
y escuchó sus gritos. R.

Aleluya Mt 5, 3
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos. R.

 

Evangelio: Si quieres ser perfecto, vende tus bienes, así tendrás un tesoro en el cielo.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:

«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?» Jesús le contestó:

«¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda
los mandamientos».

Él le preguntó:

«¿Cuáles?». Jesús le contestó:

«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a
tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».

El joven le dijo:

«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».

Jesús le contestó:

«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro
en el cielo- y luego ven y sígueme».

Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.

1ª lectura: A los extranjeros los traeré a mi monte santo.

Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7

Esto dice el Señor:

«Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va
a manifestar.

A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus
servidores, que observen el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo,
los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi
altar; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos».

Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman todos los confines de la tierra. R.

2ª lectura: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32
Hermanos:

A vosotros, gentiles os digo: siendo como soy apóstol de los gentiles haré honor a mi ministerio,
por ver si doy celos a los de mi raza y salvo a alguno de ellos.

Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración sino volver desde la
muerte a la vida?

Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

En efecto, así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora habéis
obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido
ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que
también ellos alcancen ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia,
para tener misericordia de todos.

Aleluya Mt 4, 23

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Jesús proclamaba el evangelio del reino,
y curaba toda dolencia en el pueblo. R.

 

Evangelio: Mujer, qué grande es tu fe.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.

Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle
«Atiéndela, que viene detrás gritando».

Él les contestó:

«Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».

Ella se acercó y se postró ante él diciendo:

«Señor, ayúdame».

Él le contestó:

«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella repuso:

«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».

Jesús le respondió:

«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».

En aquel momento quedó curada su hija.

1ª lectura: Elegid hoy a quién queréis servir.

Lectura del libro de Josué 24, 14-29

En aquellos días, hablaba Josué continuó al pueblo diciendo:

«Pues bien: temed al Señor, servidle con toda sinceridad; quitad de en medio los dioses a los que sirvieron
vuestros padres al otro lado del Río y en Egipto; y servid al Señor. Pero si os resulta duro servir al Señor,
elegid hoy a quién queréis servir: si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del Río, o a
los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor». El pueblo respondió:

«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque el Señor nuestro Dios es
quien nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de Egipto, de la casa de la esclavitud; y quien hizo ante
nuestros ojos aquellos grandes prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos
por los que atravesamos. Además el Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban el
país. También nosotros serviremos al Señor: ¡porque él es nuestro Dios!». Y Josué dijo al pueblo:

«No lograréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios celoso. No perdonará vuestros delitos ni
vuestros pecados. Si abandonáis al Señor y servís a dioses extranjeros, él también se volverá contra vosotros
y, después de haberos hecho tanto bien, os maltratará y os aniquilará». El pueblo le respondió:

«¡No! Nosotros serviremos al Señor».

Josué insistió:

«Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido al Señor para servirle» Respondieron:

«¡Testigos somos!».

Josué contestó:

«Entonces, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis, e inclinad vuestro corazón hacia el
Señor, Dios de Israel».

El pueblo respondió:

«¡Al Señor, nuestro Dios serviremos y obedeceremos su voz!».

Aquel día, Josué selló una alianza con el pueblo y les dio leyes y mandatos en Siquén. Josué escribió estas
palabras en el libro de la ley de Dios. Cogió una gran piedra y la erigió allí, bajo la encina que hay en el
santuario del Señor.

Y dijo Josué a todo el pueblo:

«Mirad esta piedra será testigo contra nosotros, porque ha oído todas las palabras que el Señor
nos ha dicho. Ella será testigo contra vosotros, para que no podáis renegar de vuestro Dios».

Luego Josué despidió al pueblo, cada cual a su heredad.

Y después de todo esto, murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de
ciento diez años.

Salmo: Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11

R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

Aleluya Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.

Evangelio: No impidáis a los niños acercarse a mí; de lo que son como ellos es
el reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero
los discípulos los regañaban.

Jesús dijo:

«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy el Evangelio narra el encuentro de Jesús con una mujer cananea, fuera del territorio de Israel (cf. Mt 15,21-28). Esta le pide que libere a su hija, atormentada por un demonio, pero el Señor no la escucha. Ella insiste y los discípulos le piden que la atienda para que pare, pero Jesús explica que su misión está destinada a los hijos de Israel y usa esta imagen: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Y la mujer, valiente, responde: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Entonces Jesús le dice: «“Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. En aquel momento quedó curada su hija» (vv. 26-28). ¡Una historia hermosa esta! Y esto sucedió a Jesús.

Vemos que Jesús cambia de actitud y lo que le hace cambiar es la fuerza de la fe de aquella mujer. Detengámonos, entonces, brevemente, en estos dos aspectos: el cambio de Jesús y la fe de la mujer.

El cambio de Jesús. Él estaba dirigiendo su predicación al pueblo elegido; después, el Espíritu Santo empujaría la Iglesia hasta los confines del mundo. Pero aquí tiene lugar, podemos decir, un adelanto, por el que, en el episodio de la mujer cananea, ya se manifiesta la universalidad de la obra de Dios. Es interesante esta disponibilidad de Jesús: frente a la oración de la mujer “adelanta los planes”, ante su caso concreto se convierte aún en más condescendiente y compasivo. Dios es así: es amor, y quien ama no permanece rígido. Sí, permanece firme, pero no rígido. No permanece rígido en sus propias posiciones, sino que se deja mover y conmover; sabe cambiar sus esquemas. Y el amor es creativo y nosotros cristianos, si queremos imitar a Cristo, estamos invitados a la disponibilidad del cambio. Cuánto bien hace en nuestras relaciones, pero también en la vida de fe, ser dóciles, escuchar verdaderamente, enternecernos en nombre de la compasión y del bien ajeno, como Jesús hizo con la cananea. La docilidad para cambiar. Corazones dóciles para cambiar.

Miremos entonces a la fe de la mujer, que el Señor alaba, diciendo que es «grande» (v. 28). A los discípulos les parece grande solo su insistencia, pero Jesús alaba diciendo que es grande, Jesús ve la fe; los discípulos ven la insistencia solamente. Si pensamos en ello, aquella mujer extranjera probablemente conocía poco, o nada, las leyes y los preceptos religiosos de Israel. ¿En qué consiste entonces su fe?

La mujer no es rica de conceptos, sino que es rica de hechos: la cananea se acerca, se postra, insiste, mantiene un diálogo estrecho con Jesús, supera todos los obstáculos con tal de hablar con Él. Supera todos los obstáculos para hablarle. He aquí la concreción de la fe, que no es una etiqueta religiosa -la fe no es una etiqueta religiosa-, sino una relación personal con el Señor. ¿Cuántas veces se cae en la tentación de confundir la fe con una etiqueta? La fe de la mujer no está hecha de protocolo teológico, sino de insistencia: llama a la puerta, llama, llama; no está hecha de palabras, sino de oración. Y Dios no resiste cuando se le reza. Porque dijo: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá» (Mt 7,7).

Hermanos y hermanas, a la luz de todo esto podemos hacernos algunas preguntas. A partir del cambio de Jesús, por ejemplo: ¿yo soy capaz de cambiar de opinión? ¿Sé ser comprensivo, sé ser compasivo o permanezco rígido en mis posiciones? ¿En mi corazón   hay algo de rigidez? Que no es firmeza: la rigidez es mala, la firmeza es buena.  Y a partir de la fe de la mujer: ¿cómo es mi fe? ¿Se detiene en conceptos y palabras o es realmente vivida con la oración y las acciones? ¿Sé dialogar con el Señor, sé insistir con Él, o me conformo con recitar cualquier fórmula hermosa? Que la Virgen nos haga disponibles al bien y concretos en la fe.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

sigo con preocupación lo que está sucediendo en Níger. Me uno al llamamiento de los obispos en favor de la paz en el país y de la estabilidad en la región del Sahel. Acompaño con la oración los esfuerzos de la comunidad internacional para encontrar lo antes posible una solución pacífica por el bien de todos. Recemos por el querido pueblo nigeriano. E invoquemos la paz también para todas las poblaciones heridas por guerras y violencias, especialmente recemos por Ucrania, que sufre desde hace tanto tiempo.

Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos de diversos países. En particular saludo a los nuevos seminaristas del Colegio Norteamericano y les deseo un buen camino formativo; así como también saludo a la comunidad “de la Borriquita” de Cádiz, España; saludo después a los polacos, pensando también en las mujeres y en las jóvenes peregrinas en el Santuario de Nuestra Señora en Piekary Śląskie.

Saludo a los jóvenes del Proyecto “Tucum”, que desde hoy inician un Via Lucis a través de las estaciones ferroviarias italianas, para encontrar a las personas que viven al margen y para llevarles la esperanza del Evangelio.

Os saludo a todos vosotros y os deseo un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

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El lunes día 7 de agosto un grupo de treinta y cuatro artilleros al frente del Teniente Coronel Juan Jesús Ariza Gomez, jefe accidental del Regimiento de Artillería nº93 de la isla de Tenerife, se trasladaron al Santísimo Cristo de la Laguna para, acompañados del esclavo mayor y algunos miembros de la Esclavitud del Stmo. Cristo de La Laguna, participar en la Eucaristía de las doce de la mañana y encomendarse al Santísimo Cristo para pedirle su protección para estos militares que próximamente marcharán a Estonia para relevar a sus compañeros que se encuentran en estos momentos allí.

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