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01/04/2023 - Sábado de la 5ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Los haré una sola nación.

Lectura de la profecía de Ezequiel 37, 21-28

Esto dice el Señor Dios:

«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para
llevarlos a su tierra. Los haré una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre
todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos. No volverán a contaminarse
con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde
habitaban y en los cuales pecaron. Los purificaré: ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán
mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que
habitaron sus padres: allí habitaran ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David
será su príncipe para siempre.

Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre
ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté mi santuario en medio
de ellos para siempre».

Salmo: Jr 31, 10. 11-12ab. 13
R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño. R.

Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R.

Versículo Cf. Ez 18, 31

V: Apartad de vosotros todos vuestros delitos - dice el Señor-,
renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.

Evangelio: Para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 45-57

En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús,
creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:

«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán
los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote
aquel año, les dijo:

«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que
no perezca la nación entera».

Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente,
anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los
hijos de Dios dispersos.

Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que
se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los
discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua,
para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:

«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?»

Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara
para prenderlo.

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