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Apuntes para la vida. "Caminos de Felicidad" Destacado

Todo ser humano tiende a una vida gozosa. Nadie quiere ser infeliz. A la vez sabemos, que la dicha total no puede encontrarse en este “valle de lágrimas”. El fin de la fe cristiana es alcanzar la vida eterna. ¿Está reñida el bienestar temporal con la esperanza última? ¡En absoluto! Dios no es enemigo de la libertad y la felicidad del hombre. Él, no es ningún competidor de las conquistas sociales. Se alegra con sus criaturas en el disfrute de todo lo bello que hay en esta vida. Dios, es la fuente de donde proviene la verdadera salud y paz para los hombres. Únicamente el Altísimo reúne en grado infinito y sobreabundantemente todos los medios requeridos para ser felices. Luego la idea de la posmodernidad de que la fe en Dios impide nuestra plena realización, es inadmisible y perversa.

La predicación de Cristo opera un cambio radical en los conceptos acerca de la felicidad y la desgracia. Jesús no ha bajado de los cielos para juzgar al mundo, sino para que este se salve por Él (cf. Jn 3, 17. 36; 6,47; 11,26). En su Persona, ya están virtualmente presentes todos los bienes que constituyen la verdadera felicidad. Ello, lo encontramos recapitulado en el mensaje de las Bienaventuranzas: Mt 5,2-12; Lc 6, 20-26. Desde esta vivencia clave, son felices los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen: Lc 11,28. Quienes creen sin haber visto: Jn 20,29. Aquellos que no se escandalizan de Jesús: Lc 7,23; Mt 11.6. Los siervos fieles y prudentes: Mt 24,46; Lc 13,43. Siempre que ejercemos la caridad con los necesitados: Lc 14,14…etc.

Por tanto, la felicidad completa no la da las criaturas, ni las cosas materiales, aunque estas son necesarias y ayudan. Nunca las debemos absolutizarlas, porque al final terminan esclavizándonos. Si quieres ser feliz: purifica tu corazón, vive y deja vivir, lejos de ti la soberbia, darte a los demás, valora la familia y las buenas amistades, cuida los pequeños detalles. Y la regla de oro: “con la misma medida que midas, serás medido”. De esta manera, ayudados por la gracia y los sacramentos, se anticipa algo del: “el cielo aquí en la tierra”.

 

Juan del Río Martín
Arzobispo Castrense de España

 

Modificado por última vez en Lunes, 13 Marzo 2017 14:01

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