Aparece la figura de Juan el Bautista, como personaje clave, el precursor, anunciando a Jesús; él bautizará con agua y Jesús lo hará con sangre en la Cruz.
El Señor Arzobispo, nos exhorta a disponernos ante la vida cristiana con una conducta limpia y piadosa, a adentrarnos en el camino de conversión, a limpiar el odio y pecado que reside en nosotros, pues nuestra fe es sentir a Dios que habita en nuestro corazón; de este modo si caminamos, no nos quedamos estáticos; la vida cristiana no debe ser de tibieza, sino, de seguimiento a Dios, Él es quien nos impulsa. Dios no nos abandona.
Pidamos pues, el don de la alegría permanente y no nos quedemos en los afectos humanos, en el seguimiento a Dios se encuentra la felicidad.
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