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1ª lectura: Mirad: la virgen está encinta.

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14; 8, 10b

En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:

«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Ajaz:

«No la pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Dios:

«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el
Señor, por su cuenta, os dará un signo: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Emmanuel, porque con nosotros está Dios».

Salmo: Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R.

«Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R.

2ª lectura: Así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí: para hacer ¡oh, Dios!
tu voluntad.

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos:

Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.

Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice:

«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas
expiatorias.

Entonces yo dije: He aquí que vengo - pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí - para
hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad».

Primero dice: «Tú no quisiste ni sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni víctimas expiatorias», que se
ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad». Niega lo primero, para
afirmar lo segundo.

Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha
una vez para siempre.

Versículo Jn 1, 14ab

La salvación y la gloria y el poder son del Señor Jesucristo.

V: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria. R.

 

Evangelio: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo:

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María
dijo al ángel:

«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó:

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo
que va a nacer se llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y
ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”». María contestó:

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

El pasado miércoles día 22 de marzo, se reunió, por videoconferencia, el Consejo de Cáritas Castrense bajo la presidencia de su Arzobispo, D. Juan Antonio Aznárez. Asistieron, además de los miembros del Consejo de Dirección, representantes de 18 Cáritas Parroquiales Castrense (CPC.)

Se inició el Consejo con las palabras del Arzobispo, que les agradeció la labor desinteresada que venían realizando y les animó a seguir en esa misma dirección con la visión puesta en llevarla a cabo con espíritu de equipo.

24/03/2023 - Viernes de la 4ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Lo condenaremos a muerte ignominiosa.

Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1a. 12-22

Se decían los impíos, razonando equivocadamente:

«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso: se opone a nuestro modo de actuar, nos reprocha las
faltas contra la ley y nos reprende contra la educación recibida; presume de conocer a Dios y se llama a
sí mismo hijo de Dios.

Es un reproche contra nuestros criterios, su sola presencia nos resulta insoportable.

Lleva una vida distinta de los demás, y va por caminos diferentes.

Nos considera moneda falsa y nos esquiva como a impuros.

Proclama dichoso el destino de los justos, y presume de tener por padre a Dios.

Veamos si es verdad lo que dice, comprobando cómo es su muerte.

Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos.

Lo someteremos a ultrajes y torturas, para conocer su temple y comprobar su resistencia. Lo condenaremos
a muerte ignominiosa, pues, según dice, Dios lo salvará»

Así discurren, pero se equivocan, pues los ciega su maldad.

Desconocen los misterios de Dios, no esperan el premio de la santidad ni creen en la recompensa de
una vida intachable.

Salmo: Sal 33, 17-18. 19-20. 21 y 23
R. El Señor está cerca de los atribulados.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo librará el Señor. R.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.

Versículo Mt 4, 4b

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor.

V: No solo de pan vive el hombre
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.

 

Evangelio: Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 7, 1- 2. 10. 25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de
matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.

Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente,
sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:

«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los
jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías,
cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene». Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:

«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el
Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él
me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Articulo publicado en la revista TRAPANA, revista de la Asociación de Estudios Melillenses.
Año XVII. Volumen 15. 2022

Los acontecimientos que se produjeron en el verano de 1921 que motivaron el derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla han sido estudiados desde diferentes ángulos, pero, 100 años después, todavía quedan flecos para llegar a un estudio definitivo de los hechos. Y eso pese a la cantidad de publica­ciones, conferencias, jornadas, etc., que se han llevado a cabo con motivo de su centenario. En términos generales podemos afirmar que el grueso de los hechos, los movimientos, las actuaciones de posiciones y unidades, etc., están bastante claras. Sin embargo, dentro de esos temas, y de momento olvidados, está la ac­tuación de determinados personajes que han pasado desapercibidos entre la vo­rágine de los hechos.

Esa es la finalidad de este artículo, sacar a la luz la actuación, y dentro de los límites que imponen la falta de datos, de los componentes del Clero Castrense en esos hechos de julio de 1921.

Ver articulo completo AQUI

23/03/2023 - Jueves de la 4ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.

Lectura del libro del Éxodo 32, 7-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:

«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado
del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios
y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”». Y el Señor añadió a Moisés:

«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos
hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo». Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:

«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y
mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en
las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la
amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo,
diciendo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he
hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre.

Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Salmo: Sal 105, 19-20. 21-22. 23
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.

Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.

Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.

Versículo Cf. Jn 3, 16

Alabanza a ti, Cristo, rey de la gloria eterna.

V: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna. R.

 

Evangelio: Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí,
y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo
dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara
que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es
mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan
testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto
su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de
mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé
que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro
viene en nombre propio, a ese si lo recibiréis.

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del
único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien
tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no
creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

San José de Calasanz

22/03/2023 - Miércoles de la 4ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país.

Lectura del libro de Isaías 49, 8-15

Esto dice el Señor:

«En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido
alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos:

“Salid”, a los que están en tinieblas: “Venid a la luz.” Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en
todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el
compasivo y los guía a manantiales de agua.

Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán.

Miradlos venir de lejos; miradlos, del Norte y del Poniente, y los otros de la tierra de Sin.

Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se
compadece de los desamparados». Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado».

¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues,
aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré».

Salmo: Sal 144, 8-9. 13cd-14. 17-18
R. El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.

Versículo Jn 11, 25a. 26

Alabanza y honor a ti, Señor Jesús.

Yo soy la resurrección y la vida -dice el Señor-;
el que cree en mí no morirá para siempre. R.

Evangelio: Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también
el Hijo da vida a los que quiere.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».

Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también
llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Jesús tomó la palabra y les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al
Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo
que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita
a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren
al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. En verdad, en
verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en
juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo
de Dios, y los que hayan oído vivirán.

Porque, igual que el Padre tiene vida, en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo.
Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No os sorprenda, esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que
hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección
de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no
busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

21/03/2023 - Martes de la 4ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente.

Lectura de la profecía de Ezequiel 47, 1-9. 12

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.

De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este - el templo miraba a este -. El agua bajaba
por el lado derecho del templo, al sur del altar. Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por
fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.

El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo
atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el
agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua,
que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear,
sino cruzar a nado. Entonces me dijo:

«¿Has visto, hijo de hombre?».

Después me condujo por la ribera del torrente.

Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo:

«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la
Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde
desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan
llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.

En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se
acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su
fruto será comestible y sus hojas medicinales».

Salmo: Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9
R. El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios
de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. R.

Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora. R.

El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R.

Versículo Sal 50, 12a. 14a

Gloria a ti, Señor, Hijo de Dios vivo.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro;
y devuélveme la alegría de tu salvación. R.

Evangelio: Al momento aquel hombre quedó sano.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 1-16

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene
cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

«¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó:

«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo,
otro se me ha adelantado». Jesús le dice:

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla». Él les contestó:

«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”». Ellos le preguntaron:

«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa de ese gentío que había en
aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos
perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

1ª lectura: El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16

En aquellos días, vino esta palabra del Señor a Natán:

«Ve y habla a mi siervo David:

“Así dice el Señor: Cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya
después. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Será él quien construya una casa a mi nombre
y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.

Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.

Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmen ante mí; tu trono durará para siempre”».

Salmo: Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29
R. Su linaje será perpetuo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». R.

Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.

2ª lectura: Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22

Hermanos:

No por la ley sino por la justicia de la fe recibieron Abrahán y su descendencia la promesa de que iba
a ser heredero del mundo.

Por eso depende de la fe, para que sea según gracia; de este modo, la promesa está asegurada para
toda la descendencia, no solamente para la que procede de la ley, sino también para la que procede de
la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Según está escrito: «Te he constituido padre de muchos
pueblos»; la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó, el Dios que da vida a los muertos y llama
a la existencia lo que no existe.

Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos,
de acuerdo con lo que se le había dicho:

«Así será tu descendencia».

Por lo cual le fue contado como justicia.

Versículo Sal 83, 5

Gloria a ti, Cristo, Palabra de Dios.

V: Dichosos los que viven en tu casa, Señor
alabándote, siempre. R.

 

Evangelio: José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo
por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había
tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

«José, hijo de David, no tengas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los
pecados». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

19/03/2023 - Domingo de la 4ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: David es ungido rey de Israel.

Lectura del primer libro de Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:

«Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino. Te envío a casa de vete Jesé, el de Belén, porque he visto
entre sus hijos un rey para mi». Cuando llegó, vio a Eliab y se dijo:

«Seguro que está su ungido ante el Señor». Pero el Señor dijo a Samuel:

«No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de
lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón». Jesé presentó a sus
siete hijos ante Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé:

«El Señor no ha elegido a estos». Entonces Samuel preguntó a Jesé:

«¿No hay más muchachos?». Jesé respondió:

«Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño». Samuel dijo:

«Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa mientras no venga».

Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. El Señor dijo a Samuel:

«Levántate y úngelo de parte del Señor, porque es este».

Samuel cogió el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino
sobre David desde aquel día en adelante.

Salmo: Sal 22, 1b-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

2ª lectura: Levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8-14

Hermanos:

Antes erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el Señor.

Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. Buscad lo que agrada
al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciándolas.

Pues da vergüenza decir las cosas que ellos hacen a ocultas.

Pero, al denunciarlas, la luz las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice:

«Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará».

Versículo Cf. Jn 8, 12b

Gloria a ti, Cristo, Sabiduría de Dios Padre.

Yo soy la luz del mundo - dice el Señor -;
el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.

Evangelio: Él fue, se lavó, y volvió con vista.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.

Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:

«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:

«¿No es ese el que se sentaba a pedir?». Unos decían:

«El mismo». Otros decían:

«No es él, pero se le parece». El respondía:

«Soy yo».

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los
ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó:

«Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo». Algunos de los fariseos comentaban:

«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban:

«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:

«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él contestó:

«Que es un profeta». Le replicaron:

«Has nacido completamente empecatado ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron.

Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:

«¿Crees tú en el Hijo del hombre?». Él contestó:

«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo:

«Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Él dijo:

«Creo, Señor».

Y se postró ante él.

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