La Eucaristía fue concelebrada por el Vicario General y Rector de la Catedral, D. Carlos Jesús Montes, los Vicarios Episcopales, el Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, el Secretario General y Rector del Seminario, D. Serafín Martínez y un nutrido grupo de capellanes que se han desplazado desde sus destinos en unidades de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad del Estado. La Santa Misa también contó con la asistencia y participación de los alumnos del Seminario Castrense “Juan Pablo II”.
En la homilía D. Juan del Rio saludo a los fieles y agradeció a los capellanes el esfuerzo que han hecho para asistir a la Santa Misa. También les animó a ser como Jesucristo que fue fuerte cuando ejerció como un buen pastor, lejos de la debilidad humana, que murió por su rebaño y después resucitó para seguir cuidando de sus hijos. A los sacerdotes les llamó a profundizar en su vocación, ellos fueron elegidos en la pila bautismal y se consagraron para ejercer su ministerio para: “servir a quienes sirven a España. ¿Cómo? Dándonos en persona y desde Jesucristo a aquellos que están en los cuarteles, barcos y las misiones”. El presbítero debe tener la vista en el Señor para cuidar de la familia castrense, que tiene los mismos problemas que una familia diocesana. Sin embargo, en el ámbito militar todo es provisional: la casa, los amigos, los compañeros, el destino. Todo menos Jesucristo.
En la misa crismal se consagran los sagrados óleos que serán utilizados por los capellanes para celebrar los sacramentos del bautismo, confirmación y unción de los enfermos. También es el momento en el que los sacerdotes renuevan sus promesas ante el Arzobispo.