La primera impresión al bajar del avión y durante las dos horas de desplazamiento al destacamento es que entras en otra dimensión. Se puede decir que casi tocas sin bajar del vehículo la pobreza de un pueblo. No hace mucho fui a ver la película del Papa Francisco “Un hombre de palabra” en la cual nos hablaba de la cultura del descarte, la desigualdad de la riqueza, los problemas medio ambientales y la paz. Esta tierra y este pueblo nos interpelan en la conciencia de cada uno de nosotros para preguntarnos qué más podemos hacer, qué estamos haciendo mal. Aquí puedes comprobar que la fraternidad no siempre tiene que ser proximidad.
He tenido la suerte de compartir unos días con los centinelas de la paz, nuestros soldados, por encima de las incomodidades, el calor, mosquitos, comida, horarios, lejanía de sus casas esta su entrega y servicio a un pueblo que aunque en lo material no tiene nada, no pierde la alegría de vivir. Esto último lo pude comprobar cada vez que un niño se me acercaba en la calle, su mirada no te deja indiferente.
No puedo dejar de nombrar aquellos que tratan de realizar el atrevimiento del bello escándalo de la caridad, los misioneros, con los que el contingente tiene un trato continuo a través del Capellán, Caritas Castrense, y el Cuartel General EUTM-Malí. Hay que decir sin temor a equivocarse que su misión es permanente, su entrega total y cualquier ayuda será poca.
Cap. José Ramón Rapallo