En la homilía, nuestro arzobispo les invitó a hacer suyas las palabras del Evangelio proclamado: “¡poneos en camino!...no llevéis bolsa, ni alforja ni sandalias…, fijaos en el Crucificado que su única provisión fue un amor generoso y hasta el extremo…sus llagas nos recuerdan el modo de cómo podemos amar…de cómo estamos llamados a vivir”.
Y tras citar Ap 3,20 les interpeló a los confirmandos a ser valientes en la escucha de la propuesta del Señor; “porque Dios está tocando en la puerta de nuestros corazones, para entrar en nuestras casas y sentarnos a nuestra mesa, y compartir con cada uno el misterio de la Vida”.
Damos gracias a Dios por el don de su Espíritu que sigue asistiendo y guiando el corazón de los creyentes, y rezamos para que estos jóvenes sean valientes y audaces en la vivencia de la fe y en el ejercicio de su vocación como servidores de nuestra Patria.