El pasado día 18 de febrero tuvo lugar, en nuestra iglesia catedral castrense de España, la celebración de la ordenación diaconal de tres alumnos del Seminario Castrense Juan Pablo II, Jorge Amado Menéndez, Mario Ramírez Torrero e Ismael Montero Hernández. A la celebración, presidida por nuestro arzobispo, Juan del Río Martín, acudieron miembros del consejo episcopal y de dirección del Arzobispado y numerosos capellanes castrenses y sacerdotes de otras diócesis. También acudieron militares de diversos cuerpos, alumnos de la Academia General Militar, de la Academia Central de la Defensa, también representantes de distintas asociaciones de nuestro arzobispado, como las Damas de Santa Bárbara, miembros de la Congregación del Cristo de los Alabarderos. Por último destacar también la asistencia de numerosos fieles que acuden asiduamente a la catedral como feligreses.
Todos estos acudieron no sólo para compartir la alegría de los ordenandos, sino porque realmente siente el seminario, corazón de la diócesis, como suyo, esto se ve sobre todo en la forma en la que muchos de los arriba nombrados cuidan el seminario con su apoyo, tanto espiritual como económico, ambos muy importantes. En numerosas ocasiones el Arzobispo ha recalcado la importancia de que todos sintamos el seminario como nuestro, haciéndonos, en la medida de lo posible, responsables de los alumnos que ahí se preparan, como estos jóvenes, para servir a nuestros militares y sus familias allí donde se encuentren.
La celebración se desarrolló con gran solemnidad y sencillez, los ordenandos, amparados por sus familias y por toda la Iglesia, realizaron sus promesas en presencia del pueblo. En su homilía, el Arzobispo se dirigió en primer lugar a los ordenandos, recordándoles que su ministerio está al servicio del pueblo, en segundo lugar se dirigió a todos los presentes, agradeciendo su presencia, y también recordando que el Arzobispado Castrense no es un apéndice de la Iglesia, sino una diócesis particular, donde viven su ministerio aquellos que se sienten llamados a servir a los primeros servidores de España.
Tras la celebración los asistentes felicitaron a los nuevos diáconos con los que pudieron celebrar esta gran alegría, no solo para los presentes, sino para la Iglesia universal.
A continuación pueden escuchar la Homilia Completa
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