En ese avión llegamos. ¡Qué emoción! Mucha más que la del día del cumpleaños; mucha más que la del momento de abrir los regalos el día de los Reyes Magos; más que ningún día. Los nervios no os dejan estar quietos y parece que los minutos no pasan nunca.
Pero, de repente, alguien divisa unos potentes focos en el cielo y dice sin contenerse: ¡ahí están, ahí están! ¡Ya han llegado, son ellos, son ellos! El corazón se va a salir del pecho y saltáis de alegría y emoción. El resto lo dejo para que cada uno lo viva y lo recuerde para siempre. Para esos “¿te acuerdas?” que nos acompañan en la vida y nos hacen olvidar los tramos difíciles del camino andado.
Podéis abrazarlos fuerte, muy fuerte, han pasado muchas horas en el gimnasio y, además, en ese momento quien aprieta más es el corazón. A partir de ese momento se harán realidad las ilusiones, los proyectos, los sueños y las promesas de seis meses de ausencia y añoranza. Llegó la hora de conocer a Beatriz que, como sólo tiene días, hasta es posible que duerma plácidamente cuando su padre, Joaquín, le dé el primer beso. Como África, hija de Sergio, hay otros niños que esperan ansiosos que, por fin, llegue el momento feliz de recibir a Jesús en la primera comunión. Álvaro, Fernando, Pedro y José ultimarán los detalles de su inminente enlace matrimonial y todos, a un sitio u otro, cambiaréis el petate por la maleta e iréis a disfrutar de unas bien merecidas vacaciones. Que nada rompa ninguno de los proyectos y anhelos.
Aunque, a veces, volver a coger el ritmo de la vida cuesta un poco. Han sido seis meses haciendo una rutina diaria y, claro, ya no estamos en Turquía. Por eso todos, pero especialmente los más pequeños, nos tenéis que ayudar en el proceso de adaptación. Seguro que no durará mucho, pero, si en ese tiempo veis cosas que os llaman la atención, decid que la misión ya se acabó. Que, por ejemplo, en casa ya no se cena “to go”, ni se entra en la ducha con chanclas. Que ya se puede pagar con euros y no con dólares. Que no hay que ir los viernes a comprar alguna rebaja del “BX”. Tampoco hay que ir a coger las “Vitos” a las
06:00 de la mañana, o las 18:00 de la tarde para hacer el relevo y pasar el día o la noche, 12 horas cada turno, mirando una pantalla por si aparece una alerta roja. Si vais a un restaurante, decidle que ahí no piden el DNI para entrar y que los edificios tienen nombres, no números. Eso son cosas de los americanos.
En otras cosas han cogido destreza y soltura. Si ahora les extraña que lo hagan, déjenlos que sigan practicando, no vaya a ser que se traumaticen. Han mejorado progresivamente hasta llegar a la perfección en hacer la cama, mantener ordenada y limpia la habitación, reconociendo y diferenciando útiles como la escoba o la fregona y, lo que es más importante, saben de la utilidad de la lavadora, su uso y funcionamiento. Y no se equivocan dónde echar el detergente o el suavizante. Capítulo aparte es el referente a que, después de una comida o reunión familiar, podéis insinuarle que la ley seca se ha terminado y ya pueden tomar alguna copita que otra, con “mesura”. Cuando oigan esta palabra, ellos ya sabrán de qué va.
Como veis, cosas sin importancia, que quedan para hacer las delicias de esas sobremesas largas, después de degustar, por fin, una buena comida española. Este es el momento de cambio de guardia también para mí, y dejo en esta garita a un magnífico centinela. Antes de abandonarla, le pido a Santa Bárbara que siempre les proteja y les guarde a ustedes y a toda la familia militar artillera. A quienes habéis sido mis compañeros de brega, al Teniente Coronel, D. Diego Alcolea Navarro, magnífico militar y Jefe, éste Capellán veterano sabe muy bien lo que encierran esas dos palabras, y en su nombre, a todo el contingente, muchas gracias por acogerme, aceptarme y demostrarme respeto y cariño. Siempre estaré en deuda con vosotros. Que Dios os bendiga y bendiga nuestra nación, España.
Con todo el afecto,
Páter J. Francisco Nistal.
PD. Papá, mamá, familia y amigos, es la 7ª vez que esperáis mi regreso. Es la hora de volver a casa y entregar, con nostalgia, el relevo. Gracias porque siempre tuve vuestro apoyo. La misión fue lo primero y vosotros lo vivisteis con entereza ejemplar y en silencio. Os quiero