Candela es una de mis preferidas. Está preparándose para recibir dentro de unas semanas a Jesús en la Eucaristía. Llegó, un día, a mi despacho, de la mano de sus padres y se incorporó al grupo de catequesis de la capellanía de la Dirección General de la Guardia Civil. Se sentó, abrió su mochila, sacó con toda naturalidad cuaderno, Biblia, catecismo y una gran lupa y se puso a trabajar. Tiene un problema de visión y gracias a su lupa puede leer y escribir. Ella no ve como nosotros las cosas, pero en estos años ella ha sido para mi una lupa por la que he podido ver que ella, con su corta edad, ya ha visto cosas que muchos o tardamos o nunca acabamos de ver. De clara inteligencia, corazón generoso, se hace querer por todos ya que se sabe dar a todos.

Sin dificultad alguna ha aprendido los mandamientos, los sacramentos, la historia sagrada, las obras de misericordia… Tanto es así que no solo lo ha aprendido sino que incluso me ha ayudado a enseñárselo a sus otros compañeros de catequesis. No tiene miedo a nada, siempre dispuesta a todo, con su limitación visual, ayuda en ocasiones en la Eucaristía, monta a caballo… y de su cara siempre brota una sonrisa.

Sí, Candela es una de mis preferidas, y lo es porque sin duda es la preferida de Jesús.

Sus padres también lo son. Ellos, preocupados por ella, atentos a ella, son unos luchadores que hacen vivir a su hija con alegría y normalidad la vida. Ellos y ella, cada domingo celebran unidos la fe, celebran la vida. Forman parte de nuestra familia creyente castrense convirtiéndose en testimonio para todos de lucha y esperanza.

Candela y su madre tuvieron la suerte, hace unos días en Roma, de poder estar y saludar al Papa Francisco, quien acarició y habló personalmente a Candela. “Reza por mí” le dijo mirándola, mientras ella, de puntillas acercaba sus ojos a su rostro para verle mejor.

Dentro de unos días Candela recibirá, por primera vez a Jesús, se convertirá en custodia viva de Cristo. En ella, en su rostro, su mirada y en sus pequeñas y sencillas obras, todos verán, como yo cuando la veo a ella, a Cristo que está en los pequeños, a los que como a Candela hace fuertes y poderosos.

Mis preferidos son también un Capitán de infantería de nuestro Ejército español y el intérprete afgano que estuvo a su servicio los meses que duró su misión en tierras afganas.

Al finalizar el trabajo y labor de nuestras tropas en aquel país, la mayoría de los intérpretes tuvieron que tomar la decisión de abandonar su tierra, amenazados por las represalias de los Talibanes por colaboracionistas, y buscar refugio en España o en Europa.

En España, nuestro interprete, acompañado de su mujer embarazada, ha subsistido como ha podido durante unos pocos meses. Cáritas Castrense, con sus escasos recursos, le ha apoyado, como a otros muchos intérpretes, en este tiempo. Cáritas, nuestra Cáritas, no ha podido, ya, hacer frente a las necesidades de vivienda y alimentación básica necesarios para subsistir los próximos meses, mientras sigue buscando trabajo, y que estaban calculados en unos 1500 euros.

Enterado su capitán, ese capitán al que ayudó como traductor en su trabajo, al que seguro invitó a comer en su casa y a quién ofreció su amistad, ¿Cómo?, no lo se, es igual, algo tendría que ver el Señor…, sin dudarlo, en silencio, anónimamente, ingresó 1500 euros en la cuenta de Cáritas Castrenses para que fuesen destinados a cubrir las necesidades de su antiguo compañero.

Estos son mis predilectos, los predilectos de Dios, en ellos está presente y se hace presente el Señor. En ellos se muestra su misericordia, “da de comer al hambriento, da posada al peregrino…”, en ellos se muestra su rostro.

También son mis preferidos, Manolo, José Luis, Alfonso, Fernando, Teresa, Cacho, Miguelón, Jorge, José María, Ricardo, Rafael, Mariano, Marcelino, Charli, Yolanda, María Luisa, José Ángel, Nuni… Mercedes, amparo, Andrea, Anita, Jesús, Teresa, Luis, Ángel, Javier, Humberto, Fernando, Noe, Paco, Pedro, Rubén, Antonio…, Todos ellos fueron llamados y siguiendo la llamada son ahora voluntarios del Órgano Central de Cáritas Castrense y de la Cáritas Parroquial Castrense de la Dirección General de la Guardia Civil. Y como ellos todos los voluntarios, con nombre propio, que junto a sus capellanes van constituyendo las caritas parroquiales castrenses a lo largo de toda la geografía española.

Todos ellos son mis preferidos porque ellos son los predilectos de Dios, que hacen que en nuestra Comunidad, Iglesia Castrense, el servicio a los pobres sea una realidad, y que estos, los últimos, sean para todos los principales.

Cada uno de nuestros voluntarios, con su propia forma de ser, con sus propias dificultades, limitaciones y pecados, se convierten también en anuncio de la palabra y en custodios y portadores de Cristo resucitado liberador de la miseria de los hombres y del pecado, que se hace de forma especialmente presente en la Eucaristía en la que los fieles castrenses le adoramos y celebramos en comunión con toda la Iglesia.