Participar activamente en la campaña www.portantos.es marcando la casilla de la Iglesia Católica en tu declaración de la renta, es una manera más que tenemos los católicos de no ser “gravoso a nadie”, de sentirnos libres y de no claudicar frente a campañas anticlericales. También a esta acción benefactora, están llamados hombres y mujeres de buena voluntad, que con gran altura de miras, valoran positivamente la labor social de la Iglesia. Todas sus instituciones docentes, sanitarias y samaritanas tienen como principales objetivos, socorrer a los más pobres y favorecer al bien de la sociedad mediante el anuncio del Evangelio de Cristo. Teniendo siempre presente, que todos somos “pecadores perdonados” (PP. Francisco), con nuestros aciertos y errores en cada tiempo. La razón de ser de los discípulos del Señor, no es otra que hacer presente el amor de Dios en este mundo a través de las buenas obras (cf. Jn 13,34-35).
Por eso mismo, la Iglesia es un bien social no basado en privilegios, sino en algo tan perceptible como son las muchas y variadas fundaciones dedicadas a la ayuda y promoción social de todos los que llaman a sus puertas, sin distinción alguna. Además, de esta “caridad corporativa” existe otra realidad menos visible como es la “caridad personal”, que no busca notoriedad (cf. Mt 6,3-13) y que es “levadura de humanidad” en medio de la masa de nuestra sociedad. Nos referimos a tantos católicos que en su vida cotidiana realizan gestos sencillos de caridad en favor del prójimo, contribuyendo de esta manera a la paz social. Piénsese simplemente, lo que significa ejercitar en cristiano las Obras de Misericordia y sus repercusiones personales, comunitarias e institucionales.
La práctica de la caridad no se realiza sólo con el dinero, ni exclusivamente a través de las grandes organizaciones caritativas. Igualmente se da, por el testimonio individual de solidaridad y entrega a los demás, al estilo de Jesús: “cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). De ahí, que el Concilio Vaticano II afirmara taxativamente: “Las energías que la Iglesia puede comunicar a la actual sociedad humana radica en esa fe y en esa caridad, aplicadas a la vida práctica. No radican en el mero dominio exterior ejercido con medios puramente humanos” (GS 42).
+ Juan Del Río Martín
Arzobispo Castrense de España