A dicha celebración acudió un gran número de fieles, tanto los habituales como muchos otros que acude para festejar los días más importantes del año para un cristiano.
La ceremonia, presidida por el arzobispo, estuvo marcada por la solemnidad de la fiesta celebrada aunque esta no mermara el ambiente de familiaridad y sencillez. Una de las particularidades de esta celebración es el lavatorio de pies, que recuerda el gesto de Cristo con sus discípulos en la última cena, este gesto lo realizó el arzobispo con algunos militares y feligreses de la catedral.
En su homilía, el Arzobispo quiso destacar la profundidad del significado de estas fiestas para nosotros los cristianos. En la fiesta Jueves Santo, Jesús no da un discurso sobre el amor, sino es el Amor. Tanto amo a los suyos que dio la vida por nosotros. El único camino de la salvación es el Amor. ¿Qué medida tenemos nosotros respecto al Amor?. El cuerpo y la sangre del Señor es la permanencia de ese Amor. El servicio al prójimo es el termómetro de nuestra caridad. Servir siempre es reinar y debemos hacerlo con alegría. Y por último, Jesús está real y presente entre nosotros en la fracción del pan.
Tras la celebración de la eucaristía el santísimo quedó reservado en el monumento, donde permanecerá hasta esta tarde, cuando se celebren los oficios de la pasión y muerte de Nuestro Señor.A las 23:00 tuvo lugar la celebración de la hora santa dirigida por los alumnos del Seminario Castrense.
Las celebraciones del Triduo continuarán hoy con el rezo del Via Crucis a las 12:00. A las 17:00 serán los oficios y a las 19:00 la salida del Cristo de los Alabarderos desde la puerta del príncipe del Palacio Real.
ESCUCHA LA HOMILA PRONUNCIADA POR EL ARZOBISPO CASTRENSE