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Noticias del Arzobispado Castrense

Entrevista al Capitán Rapallo participante en la JMJ de Cracovia

¿Cuál es su impresión, como militar, de la JMJ?

Partiendo la premisa que la milicia  es fiel reflejo de la sociedad donde se vive, en consecuencia  todo aquello que se promueve para la regeneración de la misma también le toca de lleno al militar. San Juan Pablo II hablaba de  búsqueda de la verdad, “la verdad os hará libres”, también la necesidad volver a las raíces y ahogar el mal con la sobreabundancia del bien. Partiendo del hecho que cada año, una parte de la juventud responde a la llamada, la JMJ es como  un testigo, una luz que alumbra a una sociedad falta de referentes verdaderos  y nos  llena de esperanza repitiéndonos una y otra vez   de que si se puede vivir una vida plena en valores, valores de hoy y de siempre.

Y, ¿Cuáles son esos valores? Solo tenemos que fijarnos nuestros acuartelamientos, en ellos  hemos  llenamos las paredes de frases, lemas  con las máximas a seguir y código de conducta que se espera de un militar. Especialmente en las Academias  Militares, o en la instrucción de las unidades  muchas veces hemos cantado a paso ligero  “Aquí la más principal hazaña es obedecer”,  y terminando con “la milicia no es más que una religión de hombres honrados”. En dichos versos, se hace un repaso de todos los valores y virtudes que hoy como ayer debe poseer el  militar como muy bien explica Calderón de la Barca. Ahora bien, una cosa es pensarlo  y otra muy diferente es vivirlo. Si no vives como piensas,  acabaras pensando como vives y es ahí donde  nos resquebrajamos, no entendemos nada y perdemos el norte. Cuando eso ocurre, cuando renunciamos  nuestros ideales entramos en la rutina, nos hacemos viejos de repente, perdemos la capacidad de asombro.

Por ello la JMJ viene a despertarnos de nuestro letargo, a decirnos: Levántate, despierta y ponte a caminar. Un militar como cualquier otra persona necesita referentes y que mejor referente que una multitud de jóvenes dispuestos a decir SI, si quiero que mi vida valga la pena.

¿Qué representa para usted ir a la cuna de san Juan Pablo II?        

En  mi caso concreto  son muchos años y muchas experiencias vividas junto a San Juan Pablo II desde su primer viaje apostólico a España en el año  del Naranjito  donde no nos cansamos en el estadio Santiago Bernabéu de gritar “TOTUS TUUS” y donde nos decía “Sigo creyendo en los jóvenes porque sois la esperanza de la Iglesia” y “Cuento con vosotros para difundir un sistema nuevo de vida”. Más adelante, Santiago de Compostela  donde por primera vez la JMJ vino a España un buen número de militares, Cadetes y Caballeros Alumnos de las Academias fuimos  al Monte del Gozo donde el Papa nos invitaba a “No tener miedo a ser Santos”.

La semilla estaba echada  y tocaba crecer para dentro, echar raíces y de ahí hacia delante su Santidad fue abonando, regando y cuidando a cada uno de nosotros con infinidad de escritos, exhortaciones apostólicas, encíclicas pero sobre todo con su ejemplo de entrega generosa sin límites. A San Juan Pablo II le han llamado el Papa viajero sería más justo hablar del Papa peregrino y caminante. En este camino, no han faltado momentos de tribulación, cansancio y la respuesta fue en muchas ocasiones con esas palabras de la  Santa de Ávila; “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios Basta”. Me viene a la memoria otro de las máximas esta vez de Operaciones Especiales: “Nunca no puedo” o lo que es lo mismo “Querer es poder”, la realidad es que en muchas ocasiones acabas diciendo yo no puedo pero Tu sí que puedes  y ese Tu siempre es con mayúscula.

Quizá el encuentro más emotivo y que más me marco fue estando de misión en la guerra de los Balcanes escribí una carta al Papa pidiéndole bendijera mi casco en nombre los cascos azules Españoles, dicha carta iba ser leída en una audiencia con el Santo Padre. Tras pedir los permisos correspondientes, cuál fue mi sorpresa que por parte del mando fui autorizado a viajar a Roma  en comisión de servicio desde  Bosnia donde me encontraba de misión y en nombre de los cascos azules españoles.

Puedo decir que desde ese momento que el Papa me bendijo mi casco yo sabía que aquel casco que llevaba entre mis manos era un símbolo valiosísimo; un símbolo de la Paz, un símbolo del sacrificio y la entrega de tantos soldados españoles; y además, un símbolo bendecido por el Vicario de Cristo, que defendió por todo el mundo los ideales de paz y justicia. En eterno agradecimiento volví a Roma en su funeral a despedirme de aquella persona que tanto me había marcado en mi vida y más tarde en su beatificación  comprobé, como millones de personas experimentaron lo mismo que yo, estábamos delante de una persona  Santa.

Este nuevo encuentro de la JMJ 2016 en la tierra de San Juan Pablo II representa un volver a renovar esa entrega que hicimos todos aquellos que, años atrás, le conocimos y seguimos. Y para que a todos aquellos que vienen detrás nuestro sea un modelo a seguir.

¿Cuáles son sus expectativas ante un encuentro que compartirá con jóvenes de 180 naciones?

En esta JMJ inmersa en el año Santo de la Misericordia que tiene como lema “Misericordiosos como el Padre”, el Santo Padre nos propone reflexionar en que “la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores” Rom 5,8. Teniendo en cuenta la medida del amor es amar sin medida y sabiendo que la felicidad está más en dar que en recibir.

En el  Acuartelamiento de la Base de Retamares, antiguo cuartel de la OTAN donde me encuentro destinado no existía una capilla y  he tenido la suerte de colaborar para que se haga realidad el contar con un lugar de oración. A la hora realizar la mesa de altar  sugerí al Páter grabar una inscripción: “COR UNUM ET ANIMA UNA” puesto que es un Cuartel General  y lo más  importante es vivir la unidad. Es una forma de pedir para que todos seamos un solo corazón y una sola alma, es decir vivir la unidad en la fraternidad.  Salir de ese círculo vicioso, competitivo y violento, en el que ha caído la sociedad y del cual nuestras Fuerzas Armadas no es ajena, olvidando con ello el valor de  la fraternidad “que todos sean uno” y “teniendo un mismo sentir, un mismo amor, un mismo ánimo, y buscando todos lo mismo”.

Antes comentaba que en el Ejército existen muchos lemas y frases donde se condensa las pautas de conducta deben regir la vida de un militar; estando de voluntario en la BRIPAC durante muchas retretas recitábamos y se siguen recitando  los lemas Paracaidistas uno de ellos reza así: “El valor individual supone mucho, pero el valor colectivo y el espíritu de equipo pueden con todo”. Otro es el del Rgto “Alcázar de Toledo”:   “Cañones,  Corazas” y todos contestamos  a la vez “Y un solo Corazón”. Esto solo se puede dar cuando se vive "Primero, los demás", también del Goloso. Todo esto viene a propósito de que la mejor lección nos puede dar la JMJ es la de unidad en la fraternidad, que mejor ejemplo de convivencia que este. Y para ello empezando primeramente por el prójimo, es decir el próximo. 

 

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