Este años, saliendo de Cabo Verde, comenzamos el Domingo de Ramos, ya se oía por cubierta alguna marcha procesional en los altavoces de algún andaluz, ya se preguntaba al Pater si este año tendríamos procesión, ya la banda empezaba a ensayar los acordes para el concierte de Marchas Procesionales, ya se preparaban las flores de papel para adornar la capilla el Jueves Santo, y el paso de la Virgen. A lo larga de la semana ya fuimos entrando en ese ambiente característico de este tiempo, aunque con el sonido de los chifles en las maniobras generales, y el quehacer cotidiano de un barco que no para las 24 horas del día.
El Jueves Santo ya huele a incienso, en la cubierta del barco, en el alcázar, ya se prepara de la mejor manera posible el altar. Se invita a entrar a la Ultima Cena, a vivir la entrega generosa de Jesucristo en la Eucaristía, a comprender el gesto del lavatorio de los pies, a estar en vela en la capilla en esta noche.
El Viernes Santo, en la intimidad de la Cámara de Guardiasmarinas, celebramos los oficios de manera sencilla y austera, como nos presenta la liturgia este día. Y a la noche acompañamos a Nuestra Señora de la Soledad por el barco. Cuántas miradas atentas a la madre que tenemos en el cielo, y que no solo está al pie de la cruz de su Hijo, sino también a los pies de las nuestras. Qué momento más emotivo, que nos trasportó a las calles de nuestros pueblos.
Y por fin llega la Vigilia Pascual, aunque el viento casi no nos deja encender el cirio. Gracias a la pericia de la brigada de maquinas, pudimos al final encenderlo. Y cada uno con su candela encendida comenzábamos la celebración mas importante, acompañados por los que recibirán la confirmación el día de Pentecostés. Allí, recogidos del viento, iluminados por la luz del Cirio Pascual celebramos la Resurrección.
Una Semana Santa que para muchos es nueva, en un Barco casi centenario, que con sus cuatro palos de cincuenta metros de altura, rozan el cielo y lo hacen la catedral más bella que surca los mares y océanos de nuestro planeta. Y que nos da la oportunidad de poder celebrarla en cualquier punto del mundo donde nos encontremos.