En dicha ceremonia iban a recibir el sacramento de la Confirmación treinta miembros de nuestro contingente y también iba a recibir el Lectorado y el Acolitado un Comandante del Ejército Letón que se está preparando para el Diaconado permanente.
La celebración ha sido la culminación a un tiempo de preparación y profundización para dar un paso decisivo en nuestro crecimiento continuo en el camino de la fe. Una fe que es puerta de acceso al acontecimiento de gracia revelado en Jesucristo, en un Dios que hace accesible el misterio de su vida para nosotros por amor. Lo que el Padre y el Hijo tienen, amor sin medida, lo entregan al hombre a través del Espíritu Santo.
Será Él, el Espíritu Santo, el que transforme desde el amor lo que el hombre apaga con desamor; de ahí, que nos tengamos que abrir a su acción transformadora para poder continuar participando y proclamando la obra salvífica de Dios que comienza en cada uno de nosotros y que nos exige conversión y compromiso en la construcción del Reino de Dios.
Para lograrlo, tenemos que alimentar nuestra fe y nuestro amor en la Eucaristía que nos prepara para hacer de nuestra vida una entrega de servicio generoso a los demás, sobre todo a aquellos que más lo necesitan. Algo que se ha puesto de manifiesto a lo largo de este tiempo de misión en el que, a través de distintas organizaciones caritativas, hemos hecho entrega de diverso material para aquellos que más lo necesitan.