Se prosiguió con la lectura de las moniciones por parte de un niño, la palabra de Dios fue leída por tres de los niños y luego nuestro capellán castrense Marcos J. Albertos les explicó el Evangelio del hijo pródigo, y los orientó a hacer un buen acto penitencial, para a continuación ir confesándose uno a uno.
Una vez finalizado, todos rezaron la penitencia que el páter les impuso y se dio gracias a Cristo Crucificado, que se le pasó a cada uno de ellos para ver que Cristo murió para salvarnos. Los papeles donde tenían escrito sus pecados y que fueron depositados en el momento de la confesión en una fuente de barro, se les prendieron fuego como símbolo de una buena confección y de que sus pecados se convierten como esas cenizas de la fuente.
Al haber concluido el rito penitencial, todos los asistentes cantaron otra pieza musical como triunfo del acto.
A continuación, se pasó a renovar las promesas bautismales. Y como conclusión al acto, todos volvieron a cantar un canto religioso y se les entregó un detalle a los recién confesados.
Por último, las catequistas, los cerca de treinta niños de la catequesis junto a sus padres y el páter Marcos, disfrutaron de una merienda.