Nacido en Santander en 1903, estudiante de Bachillerato y del primer año de Derecho en Madrid, ingresó en la Compañía de Jesús a los diecisiete años. Al ser disuelta la Orden por la República, el padre Huidobro emigró a Bélgica y Holanda. Ordenado sacerdote, continuó sus estudios en Portugal, Friburgo y Berlín. Se encontraba en el Colegio de Les Avins (Bélgica) en el momento de iniciarse la guerra civil.
El padre Huidobro era un alma ardiente y generosa, ávida para consagrarse totalmente al apostolado. Por dos veces se ofreció al general de la Compañía para una Misión proyectada en Rusia. Aspiraba también a misionar en el Japón. A los doce días de iniciados los sucesos en España, escribe al general una carta pidiéndole autorización para ejercitar su sagrado ministerio en nuestra Patria.
Atendido en sus deseos el 29 de agosto llega a España. Sin perder horas se encamina al frente del Gudarrama y durante dos días ejerce su ministerio cerca de las fuerzas combatientes. Abundan allí los capellanes y, en cambio, faltan en el Ejército del Sur. En septiembre se incorpora a la columna del teniente Asensio y es designado capellán de la cuarta Bandera de la Legión, mandada por el comandante Vierna,
Cuando se presentó en la Legión el padre Huidobro, llevaba por todo equipaje un breviario. Era alto, falco y pálido; descaecido por la mortificación y el insomnio, con unos ojos grandes y risueños a través de unas gafas de concha. Vestía un mono azul y su aspecto contrastaba con el de aquellos hombres de acción.
El 11 de abril de 1937 la batalla se endurece en la Cuesta de las Perdices e inmediaciones de Aravaca, En el centro del combate está la cuarta Bandera y, por lo tanto, el padre Huidobro. Asiste a los incontables heridos, en una casita junto a la primera línea de fuego, cuando un proyectil dio de lleno en el puesto de socorro. El capellán se desplomó muerto, alcanzado en la cabeza.
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