La jura de bandera, aunque sea de obligado cumplimiento para los militares, no está reservado sólo para las Fuerzas Armadas (FAS), sino que todo español mayor de edad y en pleno uso de sus facultades puede realizar dicho acto. En él, el jurando, se compromete a guardar la constitución, lealtad al rey y, si fuera necesario, dar su vida por defender a España.
El acto consistió en una parada militar, la jura de los nuevos integrantes de la Guardia Real, la jura del personal civil, una breve alocución del coronel jefe de la Guardia, el acto a los caídos y un desfile. Cabe destacar la intervención del coronel, de cuyas palabras se hizo después eco la ministra, en la que recordó que no sólo los miembros de las FAS sirven a España, sino que los médicos, abogados, empresarios, amas de casa, en definitiva, todo español, esté donde esté, sirve aportando su granito de arena. También leyó un mensaje de Su Majestad el Rey Felipe VI, quien lamentó no poder estar y agradeció de corazón la disposición de los jurandos. Tras el acto, la Guardia Real ofreció una breve recepción para celebrar juntos esos momentos tan felices para todos.
El amor y dedicación a la patria, de la cuál este acto es expresión, no es algo ajeno al ser cristiano, sino de hecho intrínseco de su condición, la constitución pastoral del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes lo expresa muy bien al decir en su número 75:” Cultiven los ciudadanos con magnanimidad y lealtad el amor a la patria, pero sin estrechez de espíritu, de suerte que miren siempre al mismo tiempo por el bien de toda la familia humana, unida por toda clase de vínculos entre las razas, pueblos y naciones. Los cristianos todos deben tener conciencia de la vocación particular y propia que tienen en la comunidad política; en virtud de esta vocación están obligados a dar ejemplo de sentido de responsabilidad y de servicio al bien común.”