Signos positivos hacen vislumbrar una recuperación económica de la que ya se comienza a hablar. Caritas Castrense nació en plena crisis, cuando esta azotaba de forma dura a nuestra sociedad y se cebaba especialmente en los últimos y en los que menos tienen. En estos años nos hemos tenido que dedicar intensamente a crear una mínima organización capaz de dar respuesta a aquellas situaciones y casos (personas) que se han acercado a nosotros demandando nuestra ayuda y sobre todo capaz de mostrar el rostro misericordioso de Dios.
Formación, voluntariado, proyectos…, 24 Cáritas Parroquiales en funcionamiento. Ayuda social, atención a huérfanos y viudas, acompañamiento a enfermos terminales y de ELA y a sus familias, proyectos y ayudas generados por los compañeros en misiones internacionales, apoyo y atención a antiguos interpretes Afganos desplazados a España, búsqueda de fuentes de financiación…sin duda realidades que nos reafirman en la necesidad de la existencia de nuestra Caritas Diocesana, peculiar, pero no por ello fundamental en nuestra Iglesia Particular que quiere anunciar, celebrar y practicar la caridad para ser auténtico testimonio de CRISTO presente entre nosotros en la Eucaristía.
Ante la nueva situación que se vislumbra, nuevos retos se nos plantean en un modelo socio económico en el que siempre los más pobres son los más perjudicados. El paro sigue siendo una preocupación para todos; los indicadores relativos a la pobreza ponen de manifiesto la reducción lenta de la misma; existe un aumento preocupante de la desigualdad… Como creyentes, como hijos de Dios, planteamos la necesidad de que la familia humana recobre el sentido de la vida, del mundo e incluso de la economía desde una auténtica fraternidad en la que todos los hermanos se preocupan los unos de los otros en este mundo, casa común, que entre todos hay que cuidar y proteger. En definitiva que prime entre nosotros una economía solidaria en la que se haga presente una real intercomunicación cristiana de bienes.
Jesús, presente en la Eucaristía, que se parte y comparte para todos, sea el alimento cotidiano que nos ayude a caminar, a levantar y alimentar con nuestras acciones a aquellos que se han caído o perdido en el camino.