D. Julián, empezó la celebración transmitiendo a todos los presentes, especialmente a los enfermos, la comunión y el saludo del Arzobispo Castrense, Monseñor D. Juan Del Río, y la felicitación del Vicario Episcopal de Defensa, D. Francisco Javier Fernández de la Vega, que por causas extraordinarias no pudieron estar presentes.
El Páter, durante la homilía se acercó a los enfermos para hacerlos sentir la predilección del Señor por ellos y aprovechó la ocasión para glosar la encíclica “Laudatos sí” y encarecernos a todos el cuidado de la tierra, creación de Dios, para que la tierra también cuide de nosotros y contribuyamos con nuestro cuidado a prevenir enfermedades.
Las Hijas de la Caridad, nos sorprendieron trayendo a Misa a un buen grupo de enfermos en sillas de ruedas, tuvieron un sitio privilegiado, muy cerca del presbiterio y, aunque el protagonista principal de la Eucaristía fue Jesucristo, ellos fueron una parte esencial de la Celebración.
La Misa duró un poco más que de costumbre; la coral “Mater Domini” amenizó magistralmente la ceremonia con unas canciones preciosas; hubo aspersión del agua bendita por todo el Templo y participaron una nutrida representación de trabajadores del Hospital, como asimismo familiares de los enfermos.
Con la Santa Misa como eje central del día, los seminaristas llevaron la Comunión a un número significativo de enfermos y visitaron a otros tantos que por un motivo u otro no pudieron participar en la Eucaristía. Cabe destacar que muchos enfermos y algunos de sus familiares pidieron confesarse antes de recibir la Comunión, por lo cual el páter tuvo que multiplicarse,
Sin duda, puede decirse que la Pascua del Enfermo de este año ha sido un empujón para continuar viendo a nuestros hermanos enfermos como nuestros tesoros.
Álvaro González, Seminarista Castrense.