free joomla extensions

        

 900px Escudo de España mazonado.svg    et    armada    escudo ejercito del aire    EscudoGuardiaCivil.svg    National Police Corps of Spain Badge.svg

31/03/2023 - Viernes de la 5ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: El Señor es mi fuerte defensor.

Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13

Oía la acusación de la gente: «Pavor-en-torno; delatadlo, vamos a delatarlo».

Mis amigos acechaban mi traspié:

«A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengaremos de él».

Pero el Señor es mi fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes.

Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará.

Señor del universo, que examinas al honrado y sondeas las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu
venganza sobre ellos, pues te he encomendado mi causa!

Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa.

Salmo: Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7
R. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.

Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador. R.

Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R.

Versículo Cf. Jn 6, 63c. 68c

Alabanza a ti, Cristo, rey de la gloria eterna.

V: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna. R.

Evangelio: Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.

Él les replicó:

«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».

Los judíos le contestaron:

«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces
Dios». Jesús les replicó:

«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes
vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros:

“¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las
hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y
yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro
lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.

Muchos acudieron a él y decían:

«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí.

Cultos de la Cofradia de Expiración

Del 15 al 18 de marzo se ha celebrado en la Real Parroquia Castrense del Santo Ángel Custodio, Triduo en honor del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de la Victoria, Titulares de la Cofradía de Penitencia que allí reside.

24 Horas para el Señor

Del viernes 17 de marzo al sábado 25 de marzo, la Real Parroquia Castrense del Santo Ángel Custodio de Cádiz, se volvió a unir a los templos de todas las diócesis del mundo en la jornada «24 horas para el Señor».

Se trata de una invitación del papa Francisco para vivir un encuentro con el Señor y propiciar la reconciliación con Él a través del sacramento de la penitencia.

El viernes 24 de marzo, cuarto viernes de Cuaresma, los niños y niñas de catequesis de la isla de Tenerife que este año harán su primera comunión, se reunieron junto a sus madres y padres para celebrar el sacramento de la Confesión, y lo hicieron de manera solemne, para darle la importancia que tiene, al igual que el resto de sacramentos de la Santa Madre Iglesia.

Este acto dio comienzo con una pieza musical interpretada por algunos miembros de la Banda de Guerra Nº2 de la Brigada “Canarias XVI”, que con su presencia contribuyeron a darle más relevancia al acto penitencial.

30/03/2023 - Jueves de la 5ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Serás padre de muchedumbre de pueblos.

Lectura del libro del Génesis 17, 3-9

En aquellos días, Abrahán cayó rostro en

tierra y Dios le habló así:

«Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.

Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré
fecundo sobremanera, sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.

Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua.
Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que
peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios». El Señor añadió a Abrahán:

«Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes por generaciones».

Salmo: Sal 104, 4-5. 6-7. 8-9

R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a lsaac. R.

Versículo Cf. Sal 94, 8a. 7d

Alabanza y honor a ti, Señor Jesús.

V: No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor. R.

Evangelio: Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 51-59

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». Los judíos
le dijeron:

«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien
guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que
murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús contestó:

«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien
vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: “No lo conozco”
sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre,
saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron:

«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».

Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

29/03/2023 - Miércoles de la 5ª semana de Cuaresma

1ª lectura: Envió un ángel a salvar a sus siervos.

Lectura de la profecía de Daniel 3, 14-20. 91-92. 95

En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:

«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he
erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la citara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás
instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis,
seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?». Sidrac, Misac
y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:

«A eso no tenemos por qué responder. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno
encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no
veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».

Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac: y Abdénago, y con el rostro desencajado por
la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más
robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido. Entonces el rey
Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:

«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?». Le respondieron:

«Así es, majestad». Preguntó:

«¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir nada? Y el cuarto
parece un ser divino» Nabucodonosor entonces dijo:

«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que,
confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a
otros dioses fuera del suyo».

Salmo: Dn 3, 52a y c. 53a. 54a. 55a. 56a
R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

Versículo Cf. Lc 8, 15

Gloria a ti, Señor, Hijo de Dios vivo.

V: Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso
la guardan y dan fruto con perseverancia. R.

 

Evangelio: Si el Hijo os hace libres, sois realmente libres.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:

«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres». Le replicaron:

«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la
casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya
sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros.

Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron:

«Nuestro padre es Abrahán». Jesús les dijo:

«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que
os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace
vuestro padre». Le replicaron:

«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios». Jesús les contestó:

«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por
mi cuenta, sino que él me envió».

El pasado lunes 13 de marzo a las doce de la mañana, en el Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna, en la isla de Tenerife, tuvo lugar un acto de despedida de los componentes del Regimiento de Artillería nº93, de la Brigada Canarias XVI que próximamente partirán a una misión de paz a Estonia.

El pasado viernes 24 de marzo, a las 20 horas, tuvo lugar en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas, el concierto «Passio Redemptoris» auto sacramental de Pasión.

Un concierto escénico que nos trasladó a la Jerusalén del año 33 para vivir las últimas horas de Jesús junto a sus apóstoles y aquellos que le traicionaron.

Todo escenificado e interpretado por la Agrupación Vokalars y el elenco de actores de la Compañía del Círculo.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, quinto domingo de Cuaresma, el Evangelio nos presenta la resurrección de Lázaro (cfr. Jn 11, 1-45). Es el último de los milagros de Jesús narrados antes de la Pascua: la resurrección de su amigo Lázaro. Lázaro es un querido amigo de Jesús. El Señor, que sabe que su amigo está a punto de morir, se pone en camino, pero llega a casa de Lázaro cuatro días después de que haya sido sepultado, cuando ya se ha perdido toda esperanza. Sin embargo, su presencia enciende un poco de confianza en el corazón de las hermanas, Marta y María (cfr. v. 22-27). Ellas, en medio del dolor, se aferran a esa luz, a este pequeña esperanza. Y Jesús las invita a tener fe, y pide que abran el sepulcro. Luego reza al Padre, y grita a Lázaro: «¡Sal fuera!» (v. 43). Éste vuelve a vivir y sale. Este es el milagro, tal cual, sencillo.

El mensaje es claro: Jesús da la vida incluso cuando parece que ya no hay esperanza. Sucede, a veces, que uno se siente sin esperanza —a todos nos ha pasado esto—, o que encuentra personas que han dejado de esperar, amargadas porque han vivido malas experiencias, el corazón herido no puede esperar.  A causa de una pérdida dolorosa, de una enfermedad, de un cruel desengaño, de una injusticia o una traición sufrida, de un grave error cometido… han dejado de esperar. En ocasiones, oímos a alguien que dice: “Ya no hay nada que hacer”, y cierra la puerta a la esperanza. Son momentos en los que la vida se asemeja a un sepulcro cerrado: todo es oscuridad, en torno se ve solamente dolor y desesperación. El milagro de hoy nos dice que no es así, que el final no es este, que en esos momentos no estamos solos, al contrario, que precisamente en esos momentos Él se hace más cercano que nunca para darnos de nuevo la vida. Jesús llora: dice el Evangelio que Jesús, ante el sepulcro de Lázaro se echó a llorar, y hoy Jesús llora con nosotros, como lloró por Lázaro: el Evangelio repite dos veces que se conmovió (cfr. v. 33-38), y subraya que «se echó a llorar» (cfr. v. 35). Y, al mismo tiempo, Jesús nos invita a no dejar de creer y esperar, a no dejarnos abatir por los sentimientos negativos, que nos roban el llanto. Se acerca a nuestros sepulcros y nos dice, como entonces: «¡Quitad la piedra!» (v. 39). En esos momentos tenemos como un piedra dentro y el único capaz de quitarla es Jesús, con su palabra: «¡Quitad la piedra!».

Jesús nos dice esto también a nosotros. Quitad la piedra: no escondáis el dolor, los errores, los fracasos, dentro de vosotros, en una habitación oscura y solitaria, cerrada. Quitad la piedra: sacad todo lo que hay dentro. “Me da vergüenza”, decimos. Pero el Señor dice: ponedlo ante mí con confianza, yo no me escandalizo; ponedlo ante mi sin temor, porque yo estoy con vosotros, os amo y deseo que volváis a vivir. Y, como a Lázaro, repite a cada uno de nosotros: ¡Sal fuera! ¡Levántate, reemprende el camino, reencuentra la confianza! Cuantas veces en la vida nos hemos visto así, en la situación de no tener fuerzas para volver a levantarnos. Y Jesús: “¡Ve, adelante! Yo estoy contigo”. Te tomo de la mano, dice Jesús, como cuando de pequeño aprendías a dar los primeros pasos. Querido hermana, querida hermana, quítate las vendas que te atan (cfr. v. 45), no cedas, por favor, al pesimismo que deprime, no cedas al temor que aísla, no cedas al desánimo por el recuerdo de malas experiencias, no cedas al miedo que paraliza. Jesús nos dice: “¡Yo te quiero libre y te quiero vivo, no te abandono, estoy contigo! Todo está oscuro, pero yo estoy contigo. No te dejes aprisionar por el dolor, no dejes que muera la esperanza. Hermano, hermana ¡vuelve a vivir!”. — “¿Cómo lo hago?” — “Tómame de la mano”, y Él nos toma de la mano. Deja que te saque, Él es capaz de hacerlo. En esos malos momentos por los que todos pasamos.

Queridos hermanos y hermanas, este pasaje del capítulo 11 del Evangelio de Juan, que nos hace mucho bien leer, es un himno a la vida, y se proclama cuando la Pascua está cerca. Quizá también nosotros llevamos ahora en el corazón algún peso o algún sufrimiento que parece aplastarnos; alguna cosa mala, algún viejo pecado que no logramos sacar a la luz, algún  error de juventud, ¡quién sabe! Estas cosas malas deben salir. Y Jesús dice: “¡Sal fuera!”. Es el momento de quitar la piedra y de salir al encuentro de Jesús que está cerca. ¿Somos capaces de abrirle el corazón y confiarle nuestras preocupaciones? ¿Lo hacemos? ¿Somos capaces de abrir el sepulcro de los problemas y mirar más allá del umbral, hacia su luz? ¿O tenemos miedo? Y, a nuestra vez, como pequeños espejos del amor de Dios, ¿logramos iluminar los ambientes en los que vivimos con palabras y gestos de vida? ¿Testimoniamos la esperanza y la alegría de Jesús? Todos nosotros, pecadores. Y también quisiera decir una palabra a los confesores: queridos hermanos, no olvidéis que también vosotros sois pecadores, y estáis en el confesionario no para torturar, para perdonar y para perdonar todo, como el Señor perdona todo. Que María, Madre de la esperanza, renueve en nosotros la alegría de no sentirnos solos y la llamada a llevar luz a la oscuridad que nos rodea.


 
Después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Ayer, Solemnidad de la Anunciación, renovamos nuestra consagración al Inmaculado Corazón de María, en la certeza de que sólo la conversión de los corazones puede abrir el camino que conduce a la paz. Sigamos rezando por el martirizado pueblo ucraniano.

Y sigamos estando cerca de las víctimas del terremoto de Turquía y Siria. A ellos está destinada la colecta especial que se realiza hoy en todas las parroquias de Italia. Recemos también por la población del estado de Misisipi afectada por un tornado devastador.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de muchos países, especialmente a los de Madrid y Pamplona y a los mexicanos; así como los peruanos, renovando la oración por la reconciliación y la paz en Perú. Hay que rezar por el Perú que está sufriendo tanto.

Saludo a los fieles de Zollino, Rieti, Azzano Mella y Capriano del Colle, Bellizzi, Crotone y Castelnovo Monti con el UNITALSI; y saludo a los confirmandos de Pavía, Melendugno, Cavaion y Sega, Settignano y Prato; a los muchachos de Ganzanigo, Acilia y Longi; y a la Asociación Amigos del Crucifijo de las Marcas.

Dirijo un saludo especial a la delegación de la Aeronáutica Militar Italiana, que celebra el centenario de su fundación. Expreso mis mejores deseos para este aniversario y os animo a trabajar siempre por la construcción de la justicia y la paz.

Rezo por todos vosotros y hacedlo por mí. Y os deseo a todos un feliz domingo. Buen almuerzo y hasta pronto.

[Multimedia]

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy el Evangelio nos muestra a Jesús que devuelve la vista a un hombre ciego de nacimiento (cf. Jn 9,1-41). Pero este prodigio no es bien recibido por varias personas y grupos. Veamos en detalle.

Pero primero quisiera deciros: hoy, tomad el Evangelio de Juan y leed vosotros este milagro de Jesús, es hermoso el modo en el que Juan lo cuenta. Capítulo 9, en dos minutos se lee. Muestra cómo procede Jesús y cómo procede el corazón humano: el corazón humano bueno, el corazón humano tibio, el corazón humano temeroso, el corazón humano valiente. Capítulo 9 del Evangelio de Juan. Hacedlo hoy, os ayudará mucho. ¿Y de qué manera las personas acogen este signo?

En primer lugar, están los discípulos de Jesús, que ante el ciego de nacimiento terminan en el chismorreo: se preguntan si la culpa es de sus padres o suya (cf. v. 2). Buscan un culpable; y nosotros muchas veces caemos en esto que es tan cómodo: buscar un culpable, en lugar de plantearnos preguntas exigentes en la vida. Y hoy podemos decir: ¿qué significa para nosotros la presencia de esta persona? ¿qué nos pide a nosotros? Después, una vez curado, las reacciones aumentan. La primera es la de los vecinos, que se muestran escépticos: “Este hombre siempre ha sido ciego: ¡no es posible que vea ahora, no puede ser él, es otro!”: escepticismo (cf. vv. 8-9). Para ellos es inaceptable, mejor dejar todo como era antes (cf. v. 16) y no meterse en este problema. Tienen miedo, temen a las autoridades religiosas y no se pronuncian (cf. vv. 18-21). En todas estas reacciones, emergen corazones cerrados frente al signo de Jesús, por varios motivos: porque buscan un culpable, porque no saben sorprenderse, porque no quieren cambiar, porque están bloqueados por el miedo. Y muchas situaciones se parecen hoy a esta. Frente a algo que es precisamente un mensaje de testimonio de una persona, es un mensaje de Jesús, nosotros caemos en esto: buscamos otra explicación, no queremos cambiar, buscamos una salida más elegante que aceptar la verdad.

El único que reacciona bien es el ciego: él, feliz de ver, testimonia lo que le ha sucedido de la forma más sencilla: «Era ciego y ahora veo» (v. 25). Dice la verdad. Primero se veía obligado a pedir limosna para vivir y sufría los prejuicios de la gente: “es pobre y ciego de nacimiento, debe sufrir, debe pagar por sus pecados o por los de sus antepasados”. Ahora, libre en el cuerpo y en el espíritu, da testimonio de Jesús: no inventa nada y no esconde nada. “Era ciego y ahora veo”. No tiene miedo de lo que dirán los otros: el sabor amargo de la marginación ya lo ha conocido durante toda la vida, ya ha sentido sobre él la indiferencia, el desprecio de los transeúntes, de quien lo consideraba como un descarte de la sociedad, útil a lo sumo para la piedad de alguna limosna. Ahora, curado, ya no teme esas actitudes de desprecio, porque Jesús le ha dado plena dignidad. Y esto es claro, sucede siempre: cuando Jesús nos sana, nos devuelve la dignidad, la dignidad de la sanación de Jesús, plena, una dignidad que sale del fondo del corazón, que toma toda la vida; y Él en sábado, delante de todos, le ha liberado y le ha donado la vista sin pedirle nada, ni siquiera un gracias, y él da testimonio. Esta es la dignidad de una persona noble, de una persona que se sabe curada y empieza de nuevo, renace; ese renacer en la vida, del que se hablaba hoy en “A Sua Immagine”: renacer.

Hermanos, hermanas, con todos estos personajes el Evangelio de hoy nos pone también a nosotros en medio de la escena, así que nos preguntamos: ¿qué posición tomamos?, ¿qué hubiéramos dicho entonces? Y, sobre todo, ¿qué hacemos hoy? ¿Sabemos, como el ciego, ver el bien y ser agradecidos por los dones que recibimos? Me pregunto: ¿cómo es mi dignidad? ¿Cómo es tu dignidad? ¿Testimoniamos a Jesús o difundimos críticas y sospechas? ¿Somos libres frente a los prejuicios o nos asociamos a los que difunden negatividad y chismes? ¿Estamos felices de decir que Jesús nos ama, que nos salva o, como los padres del ciego de nacimiento, nos dejamos enjaular por temor a lo que pensará la gente? Los tibios de corazón que no aceptan la verdad y no tienen la valentía de decir: “No, esto es así”. Y también, ¿cómo acogemos las dificultades y la indiferencia de los demás? ¿Cómo acogemos a las personas que tienen tantas limitaciones en la vida, ya sean físicas, como este ciego; o sociales, como los mendigos que encontramos por la calle? ¿Y esto lo acogemos como una maldición o como ocasión para hacernos cercanos a ellos con amor?

Hermanos y hermanas, pidamos hoy la gracia de sorprendernos cada día por los dones de Dios y de ver las diferentes circunstancias de la vida, también las más difíciles de aceptar, como ocasiones para obrar el bien, como hizo Jesús con el ciego. Que la Virgen nos ayude en esto, junto a san José, hombre justo y fiel.


 
Después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Ayer en Ecuador un terremoto ha causado muertos, heridos y grandes daños. Estoy cerca del pueblo ecuatoriano y aseguro mi oración por los difuntos y por todos los que sufren.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de tantos países —veo banderas: colombianas, argentinas, polacas… muchos, muchos países…—. Saludo a los españoles venidos de Murcia, Alicante y Albacete.

Saludo a las parroquias de San Ramón Nonato y de los Mártires Canadienses, en Roma, y a la de Cristo Rey, en Civitanova Marche; a la Asociación de los Salesianos Cooperadores; a los chicos de Arcore, los de confirmación de Empoli y los de la parroquia Santa María del Rosario de Roma. Saludo a los chicos de la Inmaculada, ¡bravo!

¡Con mucho gusto saludo también a los participantes en el Maratón de Roma! Os felicito porque, por impulso de "Athletica Vaticana", hacéis de este importante acontecimiento deportivo una ocasión de solidaridad en favor de los más pobres.

¡Y hoy felicitamos a todos los padres! Que encuentren en san José el modelo, el apoyo, el consuelo para vivir bien su paternidad. Y todos juntos, por los padres, rezamos al Padre [Padre Nuestro…].

Hermanos y hermanas, no olvidemos rezar por el martirizado pueblo ucraniano, que sigue sufriendo por los crímenes de la guerra.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

[Multimedia]

Página 11 de 219
Volver