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Queridos hermanos y hermanas, buenos días, ¡feliz domingo!

Este domingo el Evangelio nos presenta uno de los encuentros más hermosos y fascinantes de Jesús, el encuentro con la samaritana (cf. Jn 4,5-42). Jesús y los discípulos hacen una parada junto a un pozo en Samaria. Llega una mujer y Jesús le dice: «Dame de beber» (v. 7). Quisiera detenerme precisamente en esta expresión: Dame de beber.

La escena nos muestra a Jesús sediento y cansado, que se encuentra en el pozo de la samaritana en la hora más calurosa a mediodía, y como un mendigo pide algo fresco. Es una imagen del abajamiento de Dios: Dios se abaja en Jesucristo por la redención, viene a nosotros. En Jesús, Dios se hizo uno de nosotros, se abajó; sediento como nosotros, sufre nuestra misma canícula. Contemplando esta escena, cada uno de nosotros puede decir: el Señor, el Maestro, «me pide de beber. Tiene, por lo tanto, sed como yo. Tiene mi sed. ¡Estás cerca de mí realmente, Señor! Estas vinculado a mi pobreza —¡no me lo puedo creer!— me has tomado desde abajo, desde lo más bajo de mí mismo, donde nadie puede alcanzarme» (P. Mazzolari, La Samaritana, Bolonia 2022, 55-56). Y tú viniste a mí, desde abajo, y me tomaste desde allí, porque tenías, y tienes, sed de mí. La sed de Jesús, de hecho, no es solo física, expresa las sequedades más profundas de nuestra vida: es sobre todo la sed de nuestro amor. Es más que un mendigo, está sediento de nuestro amor. Y emergerá en el momento culminante de la pasión, en la cruz; allí, antes de morir, Jesús dirá: «Tengo sed» (Jn 19,28). Esa sed de amor que lo llevó a descender, a abajarse, a ser uno de nosotros.

Pero el Señor, que pide beber, es Aquel que da de beber: al encontrarse con la samaritana le habla del agua viva del Espíritu Santo y desde la cruz derrama sangre y agua desde su costado atravesado (cf. Jn 19,34). Jesús, sediento de amor, sacia nuestra sed con amor. Y hace con nosotros como con la samaritana: se acerca a nosotros en lo cotidiano, comparte nuestra sed, nos promete el agua viva que hace brotar en nosotros la vida eterna (cf. Jn 4,14).

Dame de beber. Hay un segundo aspecto. Estas palabras no son solo la petición de Jesús a la samaritana, sino un llamamiento —a veces silencioso— que cada día se eleva hacia nosotros y nos pide que nos hagamos cargo de la sed ajena. Dame de beber nos dicen quienes —en la familia, en el lugar de trabajo, en el resto de lugares que frecuentamos— tienen sed de cercanía, de atención, de escucha; nos lo dice quien tiene sed de la Palabra de Dios y necesita encontrar en la Iglesia un oasis donde beber. Dame de beber es el llamamiento de nuestra sociedad, donde la prisa, la carrera por el consumo y, sobre todo, la indiferencia, esta cultura de la indiferencia, generan aridez y vacío interior. Y —no lo olvidemos— dame de beber es el grito de tantos hermanos y hermanas a los que les falta el agua para vivir, mientras se sigue contaminando y estropeando nuestra casa común; también ella agotada y reseca, “tiene sed”.

Frente a estos desafíos, el Evangelio de hoy nos ofrece a cada uno de nosotros el agua viva que puede hacer que nos convirtamos en fuente de refrigerio para los demás. Y entonces, como la samaritana, que dejó su ánfora en el pozo y fue a llamar a la gente del pueblo (cf. v. 28), tampoco nosotros pensaremos solo en saciar nuestra sed, nuestra sed material, intelectual o cultural, sino que, con la alegría de haber encontrado al Señor, podremos saciar la sed de los demás: dar sentido a la vida de los demás, no como amos sino como servidores de esta Palabra de Dios que sació nuestra sed, que continuamente nos sacia; podremos entender su sed y compartir el amor que Él nos dio a nosotros. Se me ocurre hacer esta pregunta, a mí y a vosotros: ¿Somos capaces de entender la sed de los demás? ¿La sed de la gente, la sed de tantos en mi familia, en mi barrio? Hoy podemos preguntarnos: ¿Tengo sed de Dios, me doy cuenta de que necesito su amor como el agua para vivir? Y después, yo que estoy sediento, ¿me preocupo de la sed de los demás, la sed espiritual, la sed material?

Que la Virgen interceda por nosotros y nos sostenga en el camino.



Después del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas!

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de tantos países, en particular a los fieles llegados de Madrid y de Split.

Saludo a los grupos parroquiales de Padua, Caerano San Marco, Bagolino, Formia y Sant’Ireneo de Roma.

El viernes próximo, 17 de marzo, y el sábado 18 se renovará en toda la Iglesia la iniciativa “24 horas para el Señor”: un tiempo dedicado a la oración de adoración y al sacramento de la Reconciliación. En la tarde del viernes iré a una parroquia romana para la celebración penitencial. Hace un año, en este contexto, llevamos a cabo el solemne Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María, invocando el don de la paz. Que nuestro ruego no decaiga, que no vacile nuestra esperanza. El Señor escucha siempre las súplicas que su pueblo le dirige por la intercesión de la Virgen Madre. Permanezcamos unidos en la fe y en la solidaridad con nuestros hermanos que sufren a causa de la guerra; sobre todo no olvidamos al martirizado pueblo ucraniano.

Os deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

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14/03/2023 - Martes de la 3ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde.

Lectura de la profecía de Daniel 3, 25. 34-43

En aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzo la voz en medio del fuego y dijo:
«Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de
nosotros tu misericordia.

Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar
su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la
tierra a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados.

Que este sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor; trátanos
según tu piedad, según tu gran misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor».

Salmo: Sal 24, 4-5a. 6 y 7bc. 8-9
R. Recuerda, Señor, tu ternura.

Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.

Versículo JI , 12-13

Alabanza y honor a ti, Señor Jesús.

V: Ahora - dice el Señor -,
convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso. R.

 

Evangelio: Si cada cual no perdona de a su hermano, tampoco el Padre os perdonará.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?» Jesús
le contesta:

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al
empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el
señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El
criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.”

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el
criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba,
diciendo: “Págame lo que me debes”.

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:

“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.”

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo
sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener
compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los
verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

San Pablo de la Cruz (fundador de los Pasionistas)

13/03/2023 - Lunes de la 3ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.

Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 1-15a

En aquellos días, Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre notable y muy estimado por
su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a Siria.

Pero, siendo un gran militar, era leproso.

Unas bandas de arameos habían hecho una incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha,
que pasó al servicio de la mujer de Naamán. Dijo ella a su señora:

«Ah, si mi señor pudiera presentase ante el profeta que hay en Samaria. Él lo curaría de su lepra». Fue
(Naamán) y se lo comunicó a su señor diciendo:

«Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel». Y el rey de Siria contestó:

«Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel».

Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siglos de oro, diez vestidos nuevos y una carta
al rey de Israel que decía:

«Al llegarte esta carta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra». Cuando
el rey de Israel leyó la carta, rasgó las vestiduras, diciendo:

«¿Soy yo un dios para repartir vida y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de
su lepra. Daos cuenta y veréis cómo está buscando querella contra mí». Eliseo, el hombre de Dios, oyó que
el rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran:

«¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel».

Llego Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Envió este un
mensajero a decirle:

«Ve y lávate siete veces en el Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio». Naamán se puso furioso
y se marchó diciendo:

«Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá, invocará el nombre de su Dios,

frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra”. El Abana y el Farfar, los ríos de Damasco,

¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio» Dándose la
vuelta, se marcho furioso. Sus servidores se le acercaron para decirle:

«Padre mío, si el profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si te
ha dicho: “Lávate y quedarás limpio!”»

Bajó, pues, y se baño en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne
volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio. Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar
donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:

"Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel"

Salmo: Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R.

Me acercaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
y te daré gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. R.

Versículo Sal 129, 5.7bc

Gloria a ti, Señor, Hijo de Dios vivo.

Espero en el Señor, espero en su palabra;
porque de él viene la misericordia, la redención copiosa. R.

 

Evangelio: Jesús, igual que Elías y Elíseo, no ha sido enviado únicamente a los judíos.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 24-30

Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había
muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran
hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta,
en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo,
ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos
y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba
edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

12/03/2023 - Domingo de la 3ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Danos agua de beber.

Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7

En aquellos días, el pueblo, sediento, murmuró contra Moisés, diciendo:

«¿Por qué nos ha sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros
ganados?». Clamó Moisés al Señor y dijo:

«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean». Respondió el Señor a Moisés.

«Pasa al frente del pueblo y toma contigo algunos de los ancianos de Israel; empuña el bastón con que
golpeaste el Nilo y marcha. Yo estaré allí ante ti, junto a la roca de Horeb. Golpea la roca, y saldrá agua
para que beba el pueblo». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y llamó a aquel lugar
Masá y Meríbá, a causa de la querella de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:

«¿Está el Señor entre nosotros o no?».

Salmo: Sal 94, 1-2. 6-7c. 7d-9
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

«No endurezcáis vuestro corazón».
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.

2ª lectura: El amor ha sido derramado en nosotros por el Espíritu que se nos ha dado.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2. 5-8

Hermanos:

Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos;

y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos;

ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien
a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió
por nosotros.

Versículo Cf. Jn 4, 42. 15

Gloria a ti, Cristo, Palabra de Dios.
Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva, así no tendré más sed. R.

 

Evangelio: Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 4, 5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob
a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob.

Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.

Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:

«Dame de beber».

Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:

«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mi, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan
con los samaritanos). Jesús le contestó:

«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría
agua viva». La mujer le dice:

«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro
padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?». Jesús le contestó:

«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más
tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta
la vida eterna». La mujer le dice:

«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Él le
dice:

«Anda, llama a tu marido y vuelve». La mujer le contesta:

«No tengo marido». Jesús le dice:

«Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has
dicho la verdad». La mujer le dice:

«Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el
sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén». Jesús le dice:

«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este mote ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros
adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos; porque la salvación viene de
los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben
hacerlo en espíritu y verdad». La mujer le dice:

«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo». Jesús le dice:

«Soy yo, el que habla contigo».

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno
le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?». La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y
dijo a la gente:

«Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?». Salieron del
pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.

Mientras tanto sus discípulos le insistían:

«Maestro, come». Él les dijo:

«Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis». Los discípulos comentaban entre ellos:

«¿Le habrá traído alguien de comer?». Jesús les dice:

«Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.

¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los ojos
contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando
fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón
el proverbio: uno siembra y otro siega.

Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado. Otros trabajaron y vosotros entrasteis en el fruto de sus
trabajos».

En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha
dicho todo lo que he hecho».

Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le regaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos

días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo
que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».

11/03/2023 - Sábado de la 2ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Arrojará nuestros pecados a lo hondo del mar.

Lectura de la profecía de Miqueas 7, 14-15. 18-20

Pastorea a tu pueblo, Señor, con tu cayado, al rebaño de tu heredad, que anda solo en la espesura, en
medio del bosque; que se apaciente como antes en Basán y Galaad.

Como cuando saliste de Egipto les hará ver prodigios.

¿Qué Dios hay como tú, capaz de perdonar el pecado, de pasar por alto la falta del resto de tu heredad?
No conserva para siempre su cólera, pues le gusta la misericordia.

Volverá a compadecerse de nosotros, destrozará nuestras culpas, arrojará nuestros pecados a lo
hondo del mar.

Concederás a Jacob tu fidelidad y a Abrahán tu bondad como antaño prometiste a nuestros padres.

Salmo: Sal 102, 1bc-2. 3-4. 9-10. 11-12
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R.

No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

Versículo Lc 15, 18

Gloria a ti, Cristo, Sabiduría de Dios Padre.

V: Me levantaré, me pondré en camino
adonde está mi padre, y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. R.

Evangelio: Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos
y los escribas murmuraban diciendo:

«Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola:

«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:

“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó
su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible,
y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a
apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.

Recapacitando entonces, se dijo:

“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me
levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se levantó y vino adonde
estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando
a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

Su hijo le dijo:

“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a
sus criados:

“Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies;

traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba
muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”. Y empezaron a celebrar el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo.

Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados,
le preguntó qué era aquello. Este le contestó:

“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud
“. Él se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Y él replicó a su padre:

“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado
un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido
tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.” El padre le dijo:

“Hijo, tú estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y
alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos
encontrado”».

10/03/2023 - Viernes de la 2ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Ahí viene el soñador, vamos a matarlo.

Lectura del libro del Génesis 37. 3-4. 12-13a. 17b-28

Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una
túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le
negaban el saludo.

Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José:

«Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos».

José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y antes de que se acercara,
maquinaron su muerte. Se decían unos a otros:

«Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha
devorado; veremos en que paran sus sueños». Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo:

«No le quitemos la vida» Y añadió:

«No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él»
Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban
sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron
en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua. Luego se sentaron a comer y al levantar la vista, vieron una
caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá.

propuso a sus hermanos:

«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y
no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra» Los hermanos aceptaron.
Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo, lo vendieron a los
ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.

Salmo: Sal 104, 16-17. 18-19. 20-21
R. Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido corno esclavo. R.

Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R.

El rey lo mandó desatar,
el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R.

Versículo Cf. Jn 3, 16

Gloria y alabanza a ti, Cristo.

V: Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna. R.

 

Evangelio: Este es el heredero: venid, lo matamos.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«Escuchad otra parábola:

“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó
una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.

Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían.

Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo
apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por
último, les mandó a su hijo, diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.

Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos
con su herencia’. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.

Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestaron:

«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen
los frutos a sus tiempos». Y Jesús les dice:

«¿No habéis leído nunca en la Escritura:

“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”?

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus
frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

El próximo jueves día 30 de marzo, se celebrará un Festival a beneficio de Cáritas Castrense, en el Auditorio de la Diputación Provincial de Málaga “Edgar Neville”, participarán:

  • “Coro Rociero de la Asociación Cortijo de la Duquesa”
  • Coral Asociación Cortijo de la Duquesa”
  • Tuna la “Cuarentuna de Marbella”
  • Banda de Cornetas y tambores de la Hermandad de Caballeros Legionarios de Torremolinos.

09/03/2023 - Jueves de la 2ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor.

Lectura del libro de Jeremías 17, 5-10

Esto dice el Señor:

«Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.

Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre
e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.

Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío,
su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto. Nada más
falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce?

Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta
según el fruto de sus acciones».

Salmo: Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita, su ley día y noche. R.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino fe los impíos acaba mal. R.

Versículo Cf. Lc 8, 15

La salvación y la gloria y el poder son del Señor Jesucristo.

V: Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia. R.

Evangelio: Recibiste bienes, y Lázaro males: ahora él es aquí consolado, mientras
que tú eres atormentado.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse
de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos
y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda
a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

Pero Abrahán le dijo:

“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí
consuelo, mientras que tú eres atormentado.

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde
aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.

Él dijo:

“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé
testimonio, de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”. Abrahán le dice:

“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. Pero él le dijo:

“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo:

“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

08/03/2023 - Miércoles de la 2ª semana de Cuaresma.

1ª lectura: Venga, vamos a hablar mal de él.

Lectura del libro de Jeremías 18, 18-20

Ellos dijeron:

«Venga, tramemos un plan contra Jeremías, porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del
sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».

Hazme caso, Señor, escucha lo que dicen mis oponentes.

¿Se paga el bien con mal?, ¡pues me han cavado una fosa!
Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera.

Salmo: Sal 30, 5-6. 14. 15-16
R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás, R.

Oigo el cuchicheo de la gente, y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida. R.

Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios»
En tu mano están mis azares:
líbrame de mis enemigos que me persiguen. R.

Versículo Cf. Jn 8, 12b

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor.

V: Yo soy la luz del mundo - dice el Señor -;
el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.

Evangelio: Lo condenarán a muerte.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 17-28

En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes
y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten
y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará». Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con
sus hijos y se postró para hacerle una petición.

Él le preguntó:

«¿Qué deseas?». Ella contestó:

«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda» Pero
Jesús replicó:

«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron:

«Podemos». Él les dijo:

«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para
aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los
dos hermanos. Y llamándolos, Jesús, les dijo:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre
vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre
vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

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