1ª lectura: Pongo sobre sus hombros la llave del palacio de David.
Lectura del libro de Isaías 22, 19-23
Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio:
«Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo.
Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacin, hijo de Elquías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le
daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén y para el pueblo de Judá.
Pongo sobre sus hombros la llave del palacio de David: abrirá y nadie cerrará, cerrará y nadie abrirá.
Lo clavaré como una estaca en un lugar seguro, será un trono de gloria para la estirpe de su padre».
Salmo: Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 6 y Sbc
R. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.
Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.
2ª lectura: De él, por él y para él existe todo.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 33-36
¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones
y qué irrastreables sus caminos!
En efecto, ¿quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le ha dado
primero, para tener derecho a la recompensa?
Porque de él, por él y para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Aleluya Mt 16, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará. R.
Evangelio: Tu eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡ Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie ni la carne ni
la sangre, sino mi Padre que está los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del
infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado
en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
1ª lectura: Os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, aguardando la vuelta de su Hijo, a quien ha resucitado.
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 1-5. 8b-10
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo.
A vosotros, gracia y paz.
En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras
oraciones, pues sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe, el esfuerzo
de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos
amados de Dios, que él os ha elegido, pues cuando os anuncié nuestro evangelio, no fue solo de
palabra, sino también con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción.
Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien.
Vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad
de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os
convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando
la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y
que nos libra del castigo futuro.
Salmo: Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b
R. El Señor ama a su pueblo.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles. R.
Aleluya Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz - dice el Señor -,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.
Evangelio: ¡Ay de vosotros, guías ciegos!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos!
Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito,
y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo
sí obliga”! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga”
¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura
por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de dios y también por
el que está sentado en él».
1ª lectura: Dios te ha dado hoy quien responda por ti. Fue el padre de Jesé, padre de David.
Lectura del libro de Rut 2, 1-3. 8-11; 4, 13-17
Tenía Noemí un pariente por parte de su marido; un hombre muy acomodado de la familia de
Elimelec; su nombre era Booz.
Rut, la moabita, dijo a Noemí:
«¿Puedo ir a espigar en el campo de quien me lo permita?». Noemí le respondió:
«Sí, hija mía».
Marchó Rut a recoger espigas detrás de los segadores, y sucedió que vino a parar en una parcela
de Booz, el de la familia de Elimélec.
Booz dijo a Rut:
«Escucha, hija mía. No vayas a espigar a otro campo, no te alejes de aquí. Quédate junto a mis
criados. Fíjate dónde siegan los hombres y ve detrás de ellos. He mandado que no te molesten. Cuando
tengas sed, bebe de los cántaros que ellos han llenado». Ella se postró ante él y le dijo:
«¿Por qué te interesas con tanta amabilidad por mí, que soy una simple extranjera?».
Booz respondió:
«Me han contado cómo te has portado con tu suegra después de morir tu marido; cómo has dejado
a tus padres y tu tierra natal para venir a un pueblo que no conocías» Booz tomó a Rut por mujer. Se
unió a ella, y el Señor hizo que concibiera y diera a luz un hijo. Las mujeres dijeron a Noemí:
«Bendito sea el Señor, que no te ha dejado sin protección. El nombre del difunto seguirá vivo en
Israel. El niño será tu consuelo y amparo en la vejez, pues lo ha dado a luz tu nuera, que te quiere y
ha demostrado ser para ti mejor que siete hijos». Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se
encargó de criarlo. Las vecinas exclamaron:
«A Noemí le ha nacido un niño».
Y le pusieron por nombre Obed. Fue el padre de Jesé, el padre de David.
Salmo: Sal 127, 1bc-2. 3. 4. 5
R. Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo, s
erás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
Aleluya Mt 23, 9b. 10b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Uno solo es vuestro Padre, el del cielo;
y uno solo es vuestro maestro, el Mesías. R.
Evangelio: Ellos dicen, pero no hacen.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os
digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a
mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del
manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que
les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbi”. Vosotros, en cambio, no os dejéis
llamar “rabbi”, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del
cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
1ª lectura: Noemí volvió de la región de Moab junto con Rut, y llegaron a Belén.
Comienzo del libro de Rut 1, 1. 3-6. 14b-16. 22
Sucedió en tiempo de los jueces, que hubo hambre en el país y un hombre decidió emigrar, con
su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la región de Moab.
Murió Elimélec, el marido de Noemí, y quedó ella sola con sus dos hijos. Estos tomaron por mujeres
a dos moabitas llamadas Orfá y Rut. Pero, después de residir allí unos diez años, murieron también
los dos, quedando Noemí sin hijos y sin marido. Entonces Noemí, enterada de que el Señor había
bendecido a su pueblo procurándole alimentos, se dispuso a abandonar la región de Moab en compañía
de sus dos nueras.
Orfá dio un beso a su suegra y se volvió a su pueblo, mientras que Rut permaneció con Noemí.
«Ya ves - dijo Noemí - que tu cuñada vuelve a su pueblo y a sus dioses. Ve tú también con ella».
Pero Rut respondió:
«No insistas en que vuelva. y te abandone. Iré adonde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo
será mi pueblo y tu Dios será mi Dios».
Así fue como Noemí volvió de la región de Moab junto con Rut, su nuera moabita. Cuando llegaron
a Belén, comenzaba la siega de la cebada.
Salmo: Sal 145, 5-6ab. 6c-7. 8-9a. 9be-10
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente. R.
Hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
Aleluya Sal 24, 4bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Dios mío, instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad. R.
Evangelio: Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en
un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».
Él le dijo:
«Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
1ª lectura: Sobre los cimientos están los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14
El ángel me habló diciendo:
«Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero».
Y me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que
descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una
piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce
puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.
Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y al poniente tres puertas, y la
muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Salmo: Sal 144, 10-11. 12-13ab. 17-18
R. Tus santos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
Aleluya Jn 1, 49b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Rabí, tú eres el Hijo de Dios,
tú eres el Rey de Israel. R.
Evangelio: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de
José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre
el Hijo del hombre».
1ª lectura: Pedisteis que os gobernara un rey, cuando vuestro rey era el Señor.
Lectura del libro de los Jueces 9, 6-15
En aquel tiempo, se reunieron todos los señores de Siquén y todo Bet Millo, y fueron a proclamar
rey a Abimélec junto a la encina de la estela que hay en Siquén.
Se lo anunciaron a Jotán, que, puesto en pie sobre la cima del monte Garizín, alzó la voz y les
dijo a gritos:
«Escuchadme, señores de Siquén, y así os escuche Dios.
Fueron una vez los árboles a ungir rey sobre ellos.
Y dijeron al olivo:
“Reina sobre nosotros”.
El olivo les contestó:
“¿Habré de renunciar a mi aceite, que tanto aprecian en mí dioses y hombres para ir a mecerme
sobre los árboles?”.
Entonces los árboles dijeron a la higuera:
“Ven tú a reinar sobre nosotros”.
La higuera les contestó:
“¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme sobre los árboles?” Los
árboles dijeron a la vid:
“Ven tú a reinar sobre nosotros”.
La vid les contestó:
“¿Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?”
Todos los árboles dijeron a la zarza:
“Ven tú a reinar sobre nosotros”.
La zarza contestó a los árboles:
“Si queréis en verdad ungirme rey sobre vosotros, venid a cobijaros a mi sombra. Y si no, salga
fuego de la zarza que devore los cedros del Líbano”».
Salmo: Sal 20, 2-3. 4-5. 6-7
R. Señor, el rey se alegra por tu fuerza.
Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes, l
o colmas de gozo en tu presencia. R.
Aleluya Heb 4, 12ad
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón. R.
Evangelio: ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para
su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:
“Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”.
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
“¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.
Le respondieron:
“Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo:
“Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario
cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
“Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos
aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete.
Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis
asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».
Los miembros del Batallón de Zapadores XVI, con destino en la Cuesta, Tenerife, al frente del capitán D. Jaime Carande Rodríguez realizaron una marcha a pie el jueves 10 de agosto al Santuario de la Virgen de Candelaria con motivo de su festividad del 15 de agosto.
1ª lectura: Gedeón, salva a Israel. Yo te envío.
Lectura del libro de los Jueces 6, 11-24a
En aquellos días, vino el ángel del Señor y se sentó bajo el terebinto que hay en Ofrá, perteneciente
a Joás, de los de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba desgranando el trigo en el lagar, para esconderlo de
los madianitas.
Se le apareció el ángel del Señor y le dijo:
«El Señor está contigo, valiente guerrero».
Gedeón respondió:
«Perdón, mi señor; si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sucedido todo esto? ¿Dónde están
todos los prodigios que nos han narrado nuestros padres, diciendo: el Señor nos hizo subir de Egipto?
En cambio ahora, el Señor nos ha abandonado y nos ha entregado en manos de Madián». El Señor se
volvió hacia él y le dijo:
«Ve con esa fuerza tuya y salva a Israel de las manos de Madián. Yo te envío».
Gedeón replicó:
«Perdón, mi Señor ¿con qué voy a salvar a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo soy el
menor de la casa de mi padre».
El Señor le dijo:
«Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como a un solo hombre».
Gedeón insistió:
«Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú el que estás hablando conmigo. Te
ruego que no te retires de aquí hasta que vuelva a tu lado, traiga mi ofrenda y la deposite ante ti».
El Señor respondió:
«Permaneceré sentado hasta que vuelvas».
Gedeón marchó a preparar un cabrito y panes ácimos con unos cuarenta y cinco kilos de harina. Puso
la carne en un cestillo, echó la salsa en una olla; lo llevó bajo la encina y lo presentó.
El ángel de Dios le dijo entonces:
«Coge la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre aquella peña, y vierte la salsa».
Así lo hizo. El ángel del Señor alargó la punta del bastón que tenía en la mano, tocó la carne y los
panes ácimos, y subió un fuego de la peña que consumió la carne y los panes ácimos. Después el ángel
del Señor desapareció de sus ojos.
Cuando Gedeón reconoció que se trataba del ángel del Señor, dijo:
«¡Ay, Señor mío, Señor, que he visto cara a cara al ángel del Señor!».
El Señor respondió:
«La paz contigo, no temas, no vas a morir».
Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó «el Señor paz».
Salmo: Sal 84, 9. 11-12. 13-14
R. Dios anuncia la paz a su pueblo.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón». R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R.
Aleluya 2 Cor 8, 9
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico se hizo pobre
para enriqueceros con su pobreza. R.
Evangelio: Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja, que a un
rico entrar en el reino de los cielos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le
es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».
Entonces dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su
gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las
doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá
cien veces más, y heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».
1ª lectura: El Señor suscitó jueces, pero tampoco les escucharon.
Lectura del libro de los Jueces 2, 11-19
En aquellos días, los hijos de Israel obraron mal a los ojos del Señor, y sirvieron a los baales. Abandonaron
al Señor, Dios de sus padres, que los había hecho salir de la tierra de Egipto, y fueron tras
otros dioses, dioses de los pueblos vecinos, postrándose ante ellos e irritando al Señor. Abandonaron
al Señor para servir a Baal y a las astartés.
Se encendió, entonces, la ira del Señor contra Israel, los entregó a manos de saqueadores que los
expoliaron y los vendió a los enemigos de alrededor, de modo que ya no pudieron resistir ante ellos.
Siempre que salían, la mano del Señor estaba contra, ellos para mal, según lo había anunciado el
Señor y conforme les había jurado. Por lo que se encontraron en grave aprieto. Entonces el Señor
suscitó jueces que los salvaran de la mano de sus saqueadores. Pero tampoco escucharon a sus jueces,
sino que se prostituyeron yendo tras otros dioses y se postraron ante ellos. Se desviaron pronto del
camino que habían seguido sus padres, escuchando los mandatos del Señor. No obraron como ellos.
Cuando el Señor les suscitaba jueces, el Señor estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus
enemigos, en vida del juez, pues el Señor se compadecía de sus gemidos, provocados por quienes
los vejaban y oprimían. Pero, a la muerte del juez volvían a prevaricar más que sus padres, yendo
tras otros dioses que sus padres, para servirles y postrarse ante ellos. No desistían de su comportamiento
ni de su conducta obstinada.
Salmo: Sal 105, 34-35. 36-37. 39-40. 43-44
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
No exterminaron a los pueblos
que el Señor les había mandado;
emparentaron con los gentiles,
imitaron sus costumbres. R.
Adoraron sus ídolos
y cayeron en sus lazos.
Inmolaron a los demonios
sus hijos y sus hijas. R.
Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con sus maldades.
La ira del Señor se encendió contra su pueblo,
y aborreció su heredad. R.
Cuántas veces los libró;
mas ellos, obstinados en su actitud.
Pero él miró su angustia,
y escuchó sus gritos. R.
Aleluya Mt 5, 3
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos. R.
Evangelio: Si quieres ser perfecto, vende tus bienes, así tendrás un tesoro en el cielo.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?» Jesús le contestó:
«¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda
los mandamientos».
Él le preguntó:
«¿Cuáles?». Jesús le contestó:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a
tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
El joven le dijo:
«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».
Jesús le contestó:
«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro
en el cielo- y luego ven y sígueme».
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.
1ª lectura: A los extranjeros los traeré a mi monte santo.
Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7
Esto dice el Señor:
«Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va
a manifestar.
A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus
servidores, que observen el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo,
los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi
altar; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos».
Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman todos los confines de la tierra. R.
2ª lectura: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32
Hermanos:
A vosotros, gentiles os digo: siendo como soy apóstol de los gentiles haré honor a mi ministerio,
por ver si doy celos a los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración sino volver desde la
muerte a la vida?
Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
En efecto, así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora habéis
obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido
ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que
también ellos alcancen ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia,
para tener misericordia de todos.
Aleluya Mt 4, 23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Jesús proclamaba el evangelio del reino,
y curaba toda dolencia en el pueblo. R.
Evangelio: Mujer, qué grande es tu fe.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
Queridos capellanes castrenses, capellanes de la Policía Nacional, sacerdotes colaboradores y fieles todos:
A punto de empezar el Adviento os
...El Regimiento de Artillería nº93 de San Cristóbal de la Laguna de la isla de Tenerife comenzó los preparativos de la festividad de su patrona Santa
...El domingo 26 de noviembre, en la Misa Dominical de la Real Iglesia Parroquial de San Fernando de Zaragoza, se celebró la festividad de Jesucristo
...CALENDARIO PASTORAL
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